Hijo de una primavera yaciente,
recostado sobre el calor de la luna llena,
violines de grillos cantarines,
luchas y fresas con miel,
esperanzas y arroz con leche.
Hijo del amor imposible,
empezó en llanto y desconsuelo,
contra montañas de roca,
distes tus huesos en las soledades,
de seres no queridos.
Hijo de faltas de amor,
pero tu amaneciste pintando,
tus rosas de roció,
con cada una de tus lagrimas,
deseando culminar tareas de amor,
y mucha paz que ha devenir.
Hijo del viento,
tu que casi te hundiste en las cloacas,
trébol de cuatro hojas eres hoy,
viste los prados secarse,
las espigas quemarse,
y el agua fresca de junio,
a tu cara luz de sol,
iluminada en un marco de cristal.
Hijo de manantial,
envolvió tu tierno cuerpo,
tus cabellos de seda resbalaban,
río y cauce hacia ti,
dando gracias al mundo por tu fluir.
Hijo del sufrimiento,
aquel cuchillo hiriente,
que sangro savia de pena,
hoy es agua de azahar,
que aclara la luz de tu mirada,
enaltece tu porte y el mío.
Y me dice:
todo aquello quedo atrás,
para no volverse a repetir.
Hijo de las estrellas,
de la misteriosa luna llena,
y de la muy orgullosa primavera.
©Chemit@65. (10-3-06)
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