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Despierto y las luces no parecen hacerlo. Una humedad intensa y un fuerte olor a azufre impregna el interior de la pieza. Las ventanas cerradas no dejan circular el aire mientras disimulan el gentio que habita el lugar. En mi cama las sabanas amarillas y empapadas de sudor reflejan mi infancia y la remedian con la ilusion de dejarla. Yina, mi prima, quien dormia conmigo desde hacia algunas semanas permanecia callada. Sus grandes ojos entre abiertos, sus cabellos endulados y asperos, su delantal azul marina al borde de la mesa y sus zapaticos de doncella bajo la cama lo eran todo. Compartimos dias y horas de aseos, yo por ser el menor siempre resultaba favorecido y en un momento de distraccion partia a la aventura de las calles en busca de tapas de gazeosa para mi pandererta.

En frente de mi cama dormian las empleadas del servicio Juana y Teresa. Dos hermanitas guajiras que habian llegado al pueblo hacia algunos meses y que mi madre habia albergado siempre y cuando fueran buenas cocineras y con la condicion de no verlas rondando cerca a las caballerisas donde permanecian los trabajadores. Las dos dormian en la misma cama, mas cerca a la ventana por donde solian entrar y salir a altas horas de la noche. Yo las observaba mientras se transformaban en los seres habitantes de mis noches humedas.
Juana, una trigueña hermosa de ojos verdes, de cuerpo perfecto y mirada asesina se desnudaba sin verguenza, aveces su mirada me hacia sentir culpable. Teresa llevaba siempre un velo rojo en el cabello, sus pechos mas ajustados que el resto de su cuerpo y nunca vestia de pantalon. Asi que cada vez que atravesaba a ventana en la noche yo podia admirar dibujar su silueta de forma mas concreta.
Eramos los cuatro habitantes de la alcoba, Yina siempre ocupada en sus quehaceres y las hermanitas divisando en la ventana sus futuros pretendientes. Yo como siempre tan perdido en mis aventuras que solo cuando llegaba la noche me acordaba de las tres mujeres.

En la mañana del 23 de diciembre un fuerte olor a frutas frescas me despiertó. La luz golpeaba mis ojos con tanta intensidad que tardé algunos segundos antes de reconocer a Juana en la ventana con una lagrima en su rostro y sin su hermana major. Yina, mi prima seguía enroscada entre las cobíja y yo no quitaba mis ojos de juana. De un golpe de sonrisa, la hermosa tiendió sus ojos amazonicos hacía mí y dijo con ternura: - ya lo entederas pequeño... claro que... ya eres todo un hombre. Yo segui su mirada que descanzo en mi pantalon y sonrojé. Sentí sus manos calidas en mis mejillas y susurro en mi oido: espero nunca te parezcas a los otros.
Me agarró fuerte entre sus brazos y me acercó a sus pechos con tanta ancia que sentí ahogarme entre sus senos. Me quedé allí callado hasta cuando apareció Teresa en al ventana. Tan pronto cuando la luz se apago y se sintió la cercanía de alguien en la ventana, Juana me soltó y su mirada cambió. _ ¿ Donde estabas ? dijo con firmesa. Sin respuesta alguna replicó: ¿ estabas con él ? Teresa respondió con un si timido y se recostó en la almuada. jauna insistío: Ya ves, el tuvo lo que quería.. ¿ y tú ? no vas a poder quedarte con él, ¿ no ves que es casado ?_ Si lo sé, pero aunque no tenga sus días tendré sus noches dijo teresa con una voz convencida. Allá tú, clausuró juana y se levantó de la cama, se desnudó y se preraró para ducharse.
Yo estaba sentado en el borde de la cama observaba la escena sin pronunciar una sola palabra y con la desilusión de un niño de 13 años, al saber que la bella Teresa estaba pasando sus noches con un desconocido, pregunté con timidez: ¿ quien es ? Teresa me miro con sus ojitos picarones y su gesto habitual de burla y dijo: ¿ Para que quieres saber, ah ? Yo sin palabras la miré y traté de interrogarla con la mirada. Ella golpeo las sabanas y dijo: ven aqui... ¿estas celosito?
yo no contesté aunque nunca supe por qué tuve ganas de admitirlo. Ella me abrazó tan fuerte que hasta sentí su olor a frutas frescas y con su habitual voz de niña concentido dijo: No le digas a nadie y te daré un beso cuando me lo pidas. Yo la miré, pero me fué imposible desviar la mirada hacia otra parte y caí entre sus senos. Ella se percató y agregó: eso lo veremos.

Al parecer poseía un secreto del cual sacaría ventaja; sin embargo quise utilizar ese poder lo mas pronto posible pero me detuvo una lagrima que desbordó de sus ojitos cerrados, la miré y me deshice de sus brazos sin molestarla. Yina despertó, se calzo sus zapatillitas de doncella y se alejó sin pronunciar ni una sola palabra.

El día empezaba bien para mí, a esta edad haber estrechado dos mujeres hermosas el mismo día era mas que una proeza. Me dirigi al baño para toparme con juana queria contemplarla pero los gritos de en la calle me desviaron de mi ruta...
esta historia continuara.... esten atentos a lo que sigue mañana...

Texto agregado el 10-03-2006, y leído por 122 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
10-03-2006 *4 la_otra_mirada
10-03-2006 Y entonces?...Buen comienzo.. Mildemonios
 
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