El filósofo no necesariamente es alguien que demuestra que otro filósofo estaba equivocado, creo que eso es un viejo vicio académico que muchos creemos.
El filósofo es alguien que sabe vivir – es así de simple y complejo – simple es saber vivir, compleja es la idea que nos podemos hacer quienes no sabemos vivir de lo que significa “saber vivir”. Especialmente porque buscar el significado de algo sin saber qué es sólo nos puede servir como justificación para mantenernos en nuestro estado de ignorancia. El filósofo es alguien que sabe vivir. Saber algo es algo más complejo que saber significarlo, que darle una expresión. Cuando significamos algo mediante una expresión demostramos únicamente que sabemos, que somos capaces, de demostrar algo mediante una expresión… y nada más es demostrable. Lo que verdaderamente vale no es demostrable, (se suda, pero no se demuestra). Existe una gran diferencia entre saber mucho de primeros auxilios y utilizar primeros auxilios – el primero quizás pueda demostrar que sabe más, pero ¿Qué demuestra? Demuestra que sabe mucho de primeros auxilios… y a todos nos gusta ser jueces del saber ajeno. El filósofo es alguien que sabe vivir.
Independientemente de la idea que nos podamos hacer sobre qué es saber vivir quizás deba decir que es filósofo es alguien que sabe estar vivo, me suena mejor. ¿Qué deseo significar con “saber estar vivo”? El filósofo es alguien que sabe obtener el mayor provecho de sí mismo en pro de la vida… saber estar “vivo”. Pero ese saber obtener el mayor provecho de sí mismo en pro de la vida implica que se es capaz de obtener el mayor provecho de sí mismo en pro de la vida. Para ser capaz de obtener el mayor provecho de sí mismo en pro de la vida es quizás necesario el haber sido capaz de obtener el mayor provecho de la vida en pro de sí mismo, para hacer esto se necesita sabiduría. ¿Qué es lo mejor de la vida que podemos obtener de la vida? Lo que necesitamos, lo que necesitamos para nosotros, no para los demás (lo que los demás necesitan es una mala idea nuestra). Lo mejor es siempre lo que está a nuestro alcance.
Conociendo una cosa conocemos las demás, sólo aprendemos el acto de conocer, y por tanto aprendemos a conocer conocer a las demás.
Pero aprender a conocer nos permite principalmente conocernos a nosotros mismos… y no sé qué nos da más sed, conocer a las demás o conocerse a uno mismo mediante el acto de conocer a las demás… porque cuando te conozco me conozco a mí conociéndote… y, si conozco a otra diferente, me conozco triplemente más. No sé qué me gusta más, resolver problemas o conocer mi facultad de resolver problemas.
Conocer… implica una total adaptación a la forma de ser del otro… un entendimiento de su forma y por tanto una capacidad de intercambiar fructíferamente para ambos.
Quien se conoce conociendo tanto llega a verse a sí mismo como un mecanismo conocedor (los fracasos valen oro) – Esta es la cumbre de haber sido capaz de obtener el mayor provecho de la vida en pro de uno mismo.
La mayor gracia que nos hace la vida es permitirnos conocer a alguien como uno mismo, porque no solo es necesario transmitir energía, es necesario también poder intercambiarla. Cuando uno es un absoluto desconocido para alguien – esencialmente hablando – esa persona absorbe nuestra energía, es su manera de conocer, de ir conociendo; luego digiere, luego conoce o cree conocerlo, le cae bien, le cae mal, etc., pero no es filósofa. Cuando una persona nos cae bien o nos cae mal no somos filósofos. Pero cuando una persona halla puntos esenciales en común con otra el intercambio de energía es automático, la alegría… ambos se retroalimentan, y si sus metas es conocer sinceramente no hay nada que los detenga conocer el apogeo de sus facultades. Es un placer cuando el deseo de conocer al otro en su libertad es bidireccional… un chamán, un santo, un filósofo.
“Dijimos” que el filósofo es alguien capaz de obtener el mayor provecho de sí mismo en pro de la vida. Es apoteósico ser capaz de transmitir energía a quien necesita absorberla de nosotros para conocernos esencialmente porque esencialmente le somos como bichos raros sospechosos. Pero – aquí entro yo en contradicción – cuando le somos absolutamente desconocidos a alguien, esa persona, por su propia seguridad, prefiere arrebatar de nosotros que a que le demos (es como leer el diario de una persona a escondidas a diferencia de que permitamos que esa persona nos cuente su vida). Pero el punto es que quien absorbe no conoce, porque no hay conocimiento mientras no hay transmisión, sólo hay una”idea” de la otra persona surgida de nuestra cabeza y no de la otra persona. Por ejemplo: si alguien dice “Yo soy generoso” y no le creemos, y a escondidas le sacamos dinero del bolsillo y la persona se entera y no se enoja, nunca sabremos que es generoso; sólo creemos que es un tonto o que no se enoja…, pero si nos dice algo sobre el dinero que le tomamos le respondemos “¿Tú no dijiste que eres generoso?” – a esto me refiero con absorber energía de un esencial desconocido. Por supuesto, si esa persona que dijo “Yo soy generoso” y a la que “por eso” le sacamos a escondidas dinero del bolsillo, después de eso, tiene un gesto generoso para con nosotros, creemos que es un mentiroso o que está intentando engañarnos porque quiere algo de nosotros… le tememos, le agarramos temor o sospecha y, a la primera ocasión lo arrojamos por un barranco ¿Por qué? Porque es un terco al que no pudimos demostrarle que no es generoso y por tanto es un ser peligroso. Por eso digo que es apoteósico ser capaz de lograr transmitir energía a quien para conocernos necesita arrebatar por ser un esencial desconocido ¿Qué se hace, qué es lo correcto? Yo creo que permitir arrebatar de nosotros porque la semilla necesita mucho agua y quizás no deberíamos decir “Yo soy generoso” y simplemente serlo… pero eso suscita igualmente dudas, sobre sus intenciones, claro, (sobre lo que es, porque sólo queremos que la vida nos muestre ciertas cosas…). Un filósofo, sabiendo esto, actúa como el trapecista en la cuerda floja, juega: transmite y se deja arrebatar al mismo tiempo ¿Pero entonces qué quiere el filósofo de esa persona? Eso deberá ser, por siempre, un misterio.
… y como siempre he dicho: después se muere.
(Si alguien me pregunta “¿Deberá quedar por siempre siendo un misterio?” responderé que No. Pero estoy seguro – quizás estar seguro es lamentable – de que alguien así, como la persona del ejemplo, no sabría cómo reaccionar ante un Monstruo de esa calaña), inmediatamente. Hay que ser como la abeja y saber marcharse. “¿Hay que ser como la abeja y saber marcharse?” Responderé que No. Y esto no es más que un proceso de conocimiento.
… quizás la opción más acertada es demostrar tajantemente de que no le gusta que le quiten el dinero, una cosa es dejarse robar y otra cosa es ser generoso. En el caso del ejemplo ¿Quién es verdaderamente más filósofo? Esta es la parte más importante de todo el misterio de la vida… la pregunta incorrecta que quizás, de vez en cuando, uno debe hacerse.
(Esto es filosofía y psicología, todo depende de las preguntas que nos hagamos y de las respuestas que ensayemos… en realidad este ensayo no es más que un intento por encontrar una actitud ética filosóficamente funcional para la vida… y es cosa de bebés, de niños tontos, que necesitan de aprender... que con una cabezota no basta)
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