Lo que llamo Estructura se refiere a un orden de cosas, a un estado de cosas, más bien. Quienes aceptamos un estado de cosas dado normalmente somos los privilegiados en el mismo. Debí decir anteriormente que un estado de cosas se da por la manera de relacionarnos entre nosotros mismos (nosotros: la humanidad). Debido al modo en que nos relacionamos creamos estados de cosas que conforman la estructura en la cual nos movemos, nacemos, y a la cual estamos acostumbrados. Tan acostumbrados estamos que consideramos a la estructura el orden natural de las cosas.
Dentro de lo dicho hay una idea que deseo subrayar y es esta: Nosotros los humanos. Esta frase aún no existe, a pesar de lo bien que suena. Por el hecho de que no existe, existe en nosotros mucha indiferencia. Para decir la verdad, la estructura tiene más poder en nosotros que nosotros los humanos.
En nuestra vida buscamos un lugar seguro en la estructura. Pero ¿Entonces qué sucede con “nosotros los humanos”?
Los humanos, todos, somos más que materia inanimada, por el hecho de que somos animados tenemos energía. Esto está muy escueto, pero me aventuro a ofrecer un axioma: “A quien la estructura arrebata su energía, éste la arrebata de la estructura”. Otra manera de exponerlo: “Una persona vaciada absorbe”. Y, por último: “Mientras hayan personas que pierdan (energía) nadie ganará nada”. Estos tres axiomas, si los entendieron, proviene del conocimiento de “Nosotros los humanos” porque nuestra naturaleza consiste en multiplicarnos. Si la estructura forma vacíos entre nosotros, como es obvio, no podremos multiplicarnos. Nuestras potencialidades se irán a reparar el daño que la estructura misma está generando.
Los seres humanos somos seres de una misma clase, un poco distintos a los átomos y a los sistemas solares. Nuestro estado energético individual lo notamos en nuestra animosidad, en nuestro estado de ánimo. Cuando a una carga atómica se le sustrae energía esta la toma o la retoma de su entorno. Nosotros los humanos actuamos de la misma manera. Cuantas más personas humillamos, mancillamos o hundimos en la miseria, más éstos, regulándose, toman del común de todos. Mientras haya individuos a quienes la estructura vacíe, de quienes sustraiga, por muy buena que sea nuestra ubicación o situación en la estructura, no podremos desarrollarnos.
Tan equivocados estamos en “Nosotros, los humanos” que consideramos como “nuestro” desarrollo el desarrollo de la estructura y no nos damos cuenta de que la estructura es un cuerpo ajeno… que nos marca el destino, o que nos lo quita, que nos obliga a evolucionar mediante ella misma y cambiarla.
Tomado de “La estructura del mundo de los insectos” del Tomo 1 de “El hombre que hablaba demasiado” por Sir Lord Johann Graves.
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