Hay muchas formas de seducir la locura. El más viejo recurso es el de darse cabezasos contra la pared; acción no menos peligrosa si en los cálculos, que permiten equilibrar el golpe en el cráneo, ocurren errores. Esto conlleva un posible suicidio por lo menos.
Saneado el primer riesgo, viene el segundo. El daño neuronal debe poseer tal delicadeza para que sólo produzca lesiones a nivel sicocerebral, una pequeña esperanza a quién anhela el grado de demencia jovial. Ojo con las alucinaciones, ya que recorren variadas formas de sombras, espíritus y seres provistos de horrorosidades que cualquier amante del terror se quisiera, asusta.
Si el menoscabo no es el deseado puede comprometerse todo el sistema motriz; esto es: coordinación, movimiento, mecánica, cinética elemental. No hay nada peor que invalidarse y enloquecerse.
Si el recurso de golpe no satisface existe la improvisación a base de fuertes medicamentos que desencadenan una serie de dependencias, sobre todo por las noches. El asunto se reduce a una muestra numérica sencilla que dice: fármacos (estupefacientes y psicotrópicos)+vacío afectivo+soledad+traumas infantiles=LOCURA.
Las variables de un lado pueden simplificarse si en la otra igualdad dividimos por cero; y como en la lógica de enajenación mental las leyes cuadráticas que rigen el universo de los locos no obedecen a hipótesis demostradas, el resultado da lo mismo, porque la existencia o no existencia (E ó noE) de una solución es sólo para quienes crean en ellas. De esto se deduce que el el loco sólo cree en su locura.
Otra forma de seducción es el denominado síndrome "pseudoloremocionalpostenamoramientoyrupturaconlesionesgraves". Este fenómeno se inclina hacia todos aquellos desgraciados(das) que por amor perdieron el rumbo de sus vidas-si es que en alguna parte de sus desesperadas mentes tenían la noción de orientación- y en ese limbo confuso fueron devorados por el silencio, la nostalgia, el deseo sano y bizarro y el día de San Valentin.
El resultado tan auspicioso como el anterior se refleja en deshidratación por exceso de llanto, desnutrición voluntaria, apocalíptico concepto de la realidad, autoestima a niveles subterráneos..... en fin...."locura".
Otro tipo de acercamiento a esta esquiva dimensión desconocida contiene fundamentos patrioticos.
Para permitirnos esto es necesario enlistarnos en cualquier institución armada, aprender y dominar la filosofía del uniforme, rendir contundentemente en cada una de las duras pruebas de resistencia y por supuesto esperar atisbos de algún conflicto bélico. Si esto llega a suceder les aseguro que de no morir en el frente por lo menos seguirán oyendo bombazos durante el resto de sus vidas. Es una locura un tanto bulliciosa pero está colmada de acción todo el tiempo.
Hay otra seducción. La más lenta de todas pero la más eficaz. Esta comienza en el génesis de nuestras vidas, se desarrolla como una rara bacteria en la pubertad y aflora en la etapa adulta como un mounstruo. Implica elocuentes fenómenos socioculturales, educativos, sistemáticos y toda esa paja molida que cada época trae en sí. Locura macabra, ataca sin ser vista,por la espalda, por el costado, por los sexos,
por
imbéciles,
por
un beso,
por dinero, por no tenerlo
por tenerlo a manos llenas
por hambre
por droga
por no hambre, por no droga
¡¡por Dios que hay locos!!
y así sucesivamente hasta el infinito.
La pregunta es
¿cómo medimos el grado de locura?
Son ellos, soy yo, eres tú, ella, él, nosotros, vosotros, she, he, they....