LOS PATUCOS MAGICOS
Era ser, que se era, un día de mañana temprana, cuando el sol hacia salí sus rayos por el horizonte lejano.
Mientras placidamente estaba en la cama con los sueños en cosas bellas y junto al ser que amaba.
Ese día era domingo por lo que no debería de trabajar ya que toda la semana estuve trabajando en la ciudad. Mi mujer estaba de buena esperanza o lo que es lo mismo embarazada.
Aun faltaba según los médicos y mi esposa para que el beber llegara ya que aun faltaba un mes para cumplir según las cuentas.
En ese día que el sol salía yo me desperté temprano me duche, prepare un suculento desayuno para llevárselo a mi mujer a la cama.
Prepare pan tostado, café, queso, jugo de naranja y una rosa roja.
Me dirigir a llevarlo cuando en ese mismo instante llamaron a la puerta. Me dirigir a la puerta y abrí pensado que fuera un familiar o un amigo para ver como seguía mi mujer.
Abrí la puerta y mi asombro llego a la hora de abrir ya que se trataba de un mensajero que me entrego un paquete pequeño.
Yo hoy no esperaba nada de mensajeros ni mucho menos de visitas. El paquete en si, venia a nombre de mi mujer. Por lo que le lleve el desayuno y el paquete en si.
Cuando llegue mi esposa ya estaba despierta, y me dirigir a ella la bese y le puse el desayuno.
En es instante ella se sintió con dolores y con molestias de parto. Yo inexperto ya que sería el primer bebe que tendríamos no supe que hacer y lo primero que me pude acordarme es de darle la caja que el mensajero me entrego.
Mi mujer seguía con dolores y yo me iba a poner a llamar al médico cuando de esa diminuta caja salio unos patucos.
Mi mujer me miraba con cara de quererme matar ya que sus dolores eran cada vez más intensos hasta que paso algo que no supe ni como reaccionar.
Esos patucos se pusieron a andar solos y ellos fueron quien ayudo a nacer a mi hija. Una niña bella con ojos verdes, rubia, rellenita pero no mucho.
Esos patucos se dirigieron a los piescecitos de mi niña. Y aquí paso algo sorprendente.
Mi hija se puso a caminar he incluso hablaba. Yo ingenuo a lo que veía me iba a llamar al médico o a los padres de mi mujer ya que vivían a solo 2 km de donde nosotros.
En ese momento, mi hija me miro con sus bellos ojos verdes y una sonrisa dulce.
Y me dijo en ese mismo instante lo siguiente.
- papá no temas, Yo soy tu hija y estoy bien.
Yo sabia que estaba bien y que su salud no estaba mal, el que estaba mal era yo por no saber que sucedía, pero mi hija seguía diciéndome.
- Mira papá no temas yo se que no sabes que pasa, te diré que la magia es por los patucos yo lo sabia que tú te ibas a sorprender, por eso no temas que todo tiene su por que.
Yo cada vez más quedaba paralizado pensando que mi hija era un bruja, un hada, o un ángel caído del cielo.
Mi mujer me miraba y unas lágrimas caían de sus ojos ya que también estaba emocionada.
Pasados unos minutos mi hija iba creciendo, hasta que en un instante me volvió a decir.
- Papá dime que deseas, y yo haré que seas feliz. Y tú corazón será fuerte y se llenara de amor y vida.
Yo no supe como reaccionar mire a mi mujer le pregunte a ella que deseaba y los dos estuvimos de acuerdo de que lo que deseábamos era un bebe de verdad, para verlo crecer y que nos llenara el corazón de felicidad.
Así me puse a decir a mi hija mi deseo.
- Hija mía se que tú naciste del vientre de tu madre, mi mujer. Lo único que deseo es ver como creces paso a paso sin magias, solo con el amor que te damos.
Mi hija me miro y sonrío y con un gesto los patucos se salieron y ella volvió a ser la bebe que nació.
Fin
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