Delirios de nadie


Nadie, absolutamente nadie, puede saber como me siento. He expulsado el corazón y lo he dejado reposando sobre la cama para que dejase de latir, lo he ahogado en llanto pensando que como ponía en aquella tonta poesía, tu morirías por estar dentro y ni aun así, no he dejado de sentirte en mi interior ni un solo momento. No dejo de pensar en ti, me miro al espejo con rabia, imagino que estas delante y clavo en ese sucio cristal que confundo con tu cara, con todo el odio del mundo mi pupila. Aunque sé que esa mirada no te llegara, me hace expulsar de mi todo lo que mi boca no es capaz de chillarte, se refleja como un rayo de luz y vuelve a mi rostro hasta chocar contra mi sonrisa. Está destrozada, por más que mis labios intentaran de nuevo formarla, sería imposible, está rota, al igual que mi sueño y mi cuerpo.
Estoy destrozada y no puedo dormir, estoy cansada de vivir sin ti y no quiero aún morir. Estoy vacía te he dado mi sangre para beber y mi piel para devorar, debería de estar muerta... pero ni aun así este sentimiento moriría. Es como si la ilusión que me llenaba se hubiese transformado en una masa de cariño y reproches, mezclado con asco y pasión, que por más que intento echarla fuera de mi no puedo.
Sé que no fue amor lo que te di, porque nunca ha existido tal amor en mi. Pense que confiando en ti se acabaría mi miedo, de nada me sirvió pues estoy aterrada. Creo que te quiero pero ya no sé ni lo que siento, ni lo quiero averiguar. No sé ni siquiera por que hago esto, supongo que lo necesito, y como siempre estoy aquí: sollozando en silencio para que no me oigan los duendes ladrones que habitan en mi cuarto y me roban los suspiros, intentando escuchar los sabios consejos de las hadas que desde el mueble me hablan, escupiendo palabras que se llevara el viento, temblado al agarrar el boli, manchando de lagrimas, que no tienen razón, toda la hoja, volviéndome loca y sabiendo que no me corresponde esta locura, sintiéndote en mi y deseándote lejos...
Y nadie ha sentido lo que siento yo, nadie se pone a la hora bruja en la ventana con la idea de echar a volar, queriendo ser parte del aire con tal de huir, nadie hace eso mientras oye a su corazón agonizando en l a cama dejando una mancha roja sobre las sabanas, nadie quiere acabar con su cuerpo de esta forma, nadie quiere sentir el último sonido de su respiración, nadie mas que yo, puede odiar tanto este mágico sentimiento, nadie mas que yo moriría por no amar al amor.