Yo asumo las consecuencias, fue lo que dije el día que decidí ser mujer.
Sí. Nací mujer, femenina, no había duda alguna de mi sexo. Crecí cuando el mundo se agitaba y abría las ventanas al desarrollo, a la vida agitada, a la industria. Entonces era una niña que vivía muy conciente de ello. Y escribí mis primeras letras. Eran para el teatro, me dije. Llegará al escenario porque las palabras tienen que llegar a ser voz y movimiento. Y se puso en escena. Y me dramaticé ante el horror de los medios. Me dramaticé perdida entre los escollos de la sin razón, los roles y los tiempos olvidados. Desmayé y recuperé el conocimiento. Los aplausos, las felicitaciones, las risas. Eché el libreto al cesto de la basura y nadie protestó. Continué mi rumbo en la vida. Observando hombres y mujeres; jóvenes, niños y niñas. De pronto se me ocurrió pensar que la vida era una total y absoluta fantasía; una comedia de la que yo era la protagonista, pero la más seria. Y dejé que otros se rieran, mientras yo interpretaba mi papel muy seria, desconfiando de cuantos rieran. Nunca logré descifrar ese misterio hasta que decidí ser mujer: Reafirmar mi sexo y dejarme llevar por los sentidos, y en ocasiones, por la razón. Entonces descubrí que aún ella nos engaña. Y fui mujer de una locura que llevaba los pantalones bien puestos. Me dejé llevar por su pasión y descubrí que se puede amar hoy y mañana olvidar y volver a amar a lo contrario de lo que amaste, por ejemplo la razón, el sentimiento, la patria. Fue así como escribieron para mí los primeros versos. Y era la juventud, pensaba, la que me hacía ilusionar y brincar de amor. Pero vivía engañada. Hice una vida plena, siendo mujer, amando, criando, trabajando. Hasta que algunas lozanías se alejaron de mi lado. Desde entonces sé que en la madurez, regresan las locuras y se ama también sin reparos, sin exigencias, sin condiciones; se asumen las consecuencias de ser la mujer, con las mismas ilusiones de aquella adolescente ante el poema que le hizo creerse merecedora del amor y de la vida. Pero también aprendí a amar, aún cuando la poesía se oculta en el día a día.
©Vilma Reyes,2006 |