Piensa que las comparaciones son odiosas, porque no ayudan a crecer, ni tan siquiera, en su proyección, buscan alimentarse de esa la luz que despliega la imagen del otro. La comparación, la rivalidad, examina al otro buscando las sombras, no su luz, para opacar esa imagen y oscurecerla, para cubrirla con las nubes negras de sus propias limitaciones.
Muestra siempre tu sonrisa ¡La tuya!
Habla de tus sueños,
De tus seres queridos
De tus ideales,
De tus paisajes,
De tus ilusiones ¡Sin miedo!
Ama tus pensamientos
Tus ideas, tus “certezas”
Lucha contra tus propias contradicciones.
Camina con paso seguro,
Sin poner piedras en la calzada;
No pierdas tu tiempo, obstaculizando caminos.
No escondas tus resbalones,
Responsabilízate de ellos.
Lamenta solamente el daño
Que puedas causar, y aprende a aliviarlo
Con tus manos, con palabras...
Busca la felicidad que duerme en ti
Y regálala sin temor a perderla.
Vive la vida con toda la plenitud de tu alma,
Y entrena la paciencia ante la miseria del “mundo”
Llena de luz la Vida
y se llenará de luminosidad la tuya.
Y nunca te olvides de que:
En la más elevada de las cumbres estalla la naturaleza en su simplicidad y nacen las más sencillas flores, entre las rocas y las piedras, pero sin espinas, sin defensas, porque allí están seguras de no ser desposeídas por cualquiera. Son sencillas esas flores, porque no compiten entre ellas, se desbordan amorosas solamente para las cumbres más bellas, y están satisfechas de deshojarse en colores, solamente para esa altura entre el cielo y la tierra; como la simplicidad, que hunde más sus raíces en la conciencia, que la más intelectual de las ideas y pensamientos, porque no se pierde en los vericuetos y laberintos de la soberbia.
Son sencillas y bellas esas flores, porque no compiten entre ellas.
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