Lo que llamo educación (educación sexual) es machismo y es feminismo, ambos, aplicados. Pero es un machismo que no es antifeminismo y es un feminismo que no es antimachismo. Es un machismo y un feminismo que no son más que el derecho de cada sexo de ser, expresarse, comportarse, según su naturaleza y el derecho de actuar libremente para colmar su naturaleza. Así que no hay nada de malo en que un hombre sea macho siempre y cuando no impida a la mujer ser hembra y viceversa.

Quienes siguen sus impulsos y los colman son hermosos porque obedecen a la naturaleza. Así, por ejemplo, un mujeriego es siempre confiable porque no teme competir por las hembras y las gana, como las gana y tiene muchas, conoce la imposibilidad de poder controlarlas y aprende (porque se atreve a competir y las gana) que dejándolas libres es la mejor manera de no perderlas. Mil veces más hermoso y más confiable que un macho celoso, que un hombre tímido que ahoga lo que cree haber atrapado, es un mujeriego. La naturaleza es competencia, la competencia aviva el sentimiento de justicia y nadie pierde porque todos aprenden; la competencia nos permite sacar lo mejor de nosotros. De nosotros todos. El machismo debería ser el derecho del hombre de ser hombre y el feminismo el derecho de la mujer de ser mujer realmente.