Revelaciones:
En esa cama,
donde manos y bocas
cubrieron las sábanas,
yace el cuerpo de esa mujer.
Sus miembros reflejan tranquilidad,
al igual que sus ojos que,
aunque cerrados,
muestran que el mundo
no la ha castigado demasiado.
La paz que emana su piel
es el símbolo de una pasión que fue
y la hizo feliz.
Su cuerpo se mantiene frío
y profundamente blanco
como lo fue el cuchillo
que recorrió sus venas.
La tensión pasó
o nunca fue.
En el cuello,
tapado por los acomodados cabellos oscuros
se distingue el corte que fue mortal,
y la sangre, se derrama aún
por la cama del cuarto del hotel.
Él se fue. La lloró con el dolor
con que se llora al perder lo más querido,
y tranquilo de su fidelidad
tomó sus cosas, le besó la frente,
y marchó, sabiendo que lo estaría esperando.
Labrando historias confusas
advierten su desnudez,
desnudez casi angelical
donde solo hay buenos momentos,
y llegarán a una verdad falaz
como siempre lo han hecho.
Él seguirá caminando
hasta llegar a ella,
y yo desperté viendo quizá,
mi propia muerte.


Ángel
22-11-03