Queda tan poco. Tan solo unos minutos. De a poco los nervios se apoderan de uno, no lo dejan respirar tranquilo, ni ver claramente, ni mucho menos sentir. Da lo mismo hacer una estrategia. Esta termina por quedar en el olvido al momento de la verdad, cuando llega la hora.
Qué ocurrirá conmigo en unos momentos más? Quizás un flash-back al pasado que dure un par de horas. Pero no lo quiero. No quiero eso, no quiero revivir el pasado. El presente es mucho más auspicioso, me atrae mucho más, como nunca antes. Se ve tan infinito, tan accesible que puedo reír sin motivo aparente.
Pero ella es mi pasado. Ella debe ser lo único que queda de mi pasado, y de mi pseuda-felicidad de ese entonces. Habrá un intermedio entre este presente, vital, hermoso, libre y honesto, y ese pasado falso, sombrío pero con esos toques de dulzura que no he vuelto a sentir?
Las estaciones se suceden, una tras una, me acercan a mi destino; 2 ó 3, ya no lo sé, dejé de mirarlas para mantenerme un poco más tranquilo. Aún así, inevitablemente, el nervio mayor lo voy a sentir. Se cierran y se abren puertas como recuerdos vienen y van a mi cabeza. Recuerdos felices, oscuros, dulces, azules, dolorosos y perfumados. Todos aquellos recuerdos juntos. Todos los recuerdos que crean mi existencia.
Después de todo, estamos hechos de recuerdos.
El último recuerdo llega, al momento en que la puerta se abre por última vez, y, con los nervios devorándome, cierro este cuaderno y voy en busca de mis nuevos recuerdos y de mis viejas sensaciones. |