Quien se plantea descubrir los misterios de la vida debe asumirlos una vez descubiertos, sin posibilidad de regreso.

Cada pequeño gesto tiene el poder de una energía múltiple que se proyecta hacia todos lados. Estar en el pico de su propio tiempo interno implica una propagación. Pasado, presente y futuro son en estos casos el único tiempo conquistado y hay que cargar con ello. Ya no se vive para uno mismo, se vive por uno mismo y todo lo que está alrededor.

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Los ojos brillan y se opta por no hablar debido a que es un estorbo cuando se ha superado el dominio de las palabras. Aquello que vale la pena percibir no se mueve dentro del dominio de las palabras. Las mejores entre estas son como una cortina que por más que pretenden señalar encubren lo existente, lo que se mueve verdaderamente, lo que está detrás de cada cosa y de ninguna particular y de todas en especial. Error: lo que está detrás de cada una en especial. Verla con los ojos es imaginar su mundo y verla en unión con todo esto es sospechar este mundo y preguntarse muchas cosas ¿Por qué aquí no puedes volar? Quien cree en sus certezas se aísla de este mundo, en el vuelo de su alma lo alimenta, en unión con los otros se apaga ella sola en su modesto intento de ser como los demás... de ser más útil que el pensamiento.

Pero uno toma cualquier elemento de ese resto, de ese "los demás" y lo aísla imaginativamente de todo el resto y penetra en otro mundo, descubre un nuevo paisaje y lo ama viéndole moverse en su hábitat natural, descubre sus sueños y descubre su amabilidad, entiende su aquí y descubre que también lo ama, lo vive intensamente en un profundo viaje estomacal.