Ella la esperaba como de costumbre, sus grandes ojos miel clavados en la lejanía del horizonte, su pierna derecha temblando y una gran sonrisa en los labios; pero esta vez no se había puesto sus jeans rotos ni sus tenis rojos, esta vez lucía preciosa... llevaba un hermoso vestido azul cielo que dejaba al descubierto sus rodillas y en su mano izquierda una orquidea marchita, esperaba sentada en esa banca desde las cuatro de la tarde...imaginando, suspirando...este era el día con el que tanto había soñado, ya nadie podría impedir que se amaran... ella apareció, su cabello totalmente recogido resaltaba esa mirada llena de ternura y misterio que ella tanto amaba, pantalones pegados y una blusa transparente envolvían su silueta totalmente perfecta... no se dijeron nada... no hacía falta...se abrazaron y caminaron hacia aquel lugar donde se unirían para siempre...1, 2 , 3, saltaron.
El único recuerdo que conservo de ella es aquella orquídea que hace meses le regalé como muestra de mi amor no correspondido...ahora ni yo ni nadie podrá separarlas nunca, nunca más........