[El vampiro inútilmente trataba de ver reflejado su rostro en el rojo de la copa, ¿acaso tendría el mismo rostro de cuando era solo un joven príncipe moravo? ¿o quizás su faz pálida, inmutable, se habria convertido en una careta blanca como las mascaras de las tragedias griegas?. Tenía miedo y sospecha de aquello, pues ya sus propias manos y brazos parecían unos delicados y alargados guantes, si hasta sus uñas parecían unas blancas lápidas. Solo sus cabellos se mantenían negros, lo sabía ya que un mechón de su oscura cabellera le caía sobre su ojo izquierdo, el resto de su cabello permanecía corto según la tradición morava salvo en el extremo posterior de sus cabellos, en el lado izquierdo por encima de la nuca, donde su cabello era algo más largo logrando hacer una especie de trenza muy fina que se engarzaba en su cuello...
Esta noche el pobre vampiro parecía más triste que de costumbre, bajo lentamente las escaleras de su castillo, pasando cabizbajo por el antiguo cementerio de su familia, quizás todavía meditaba, y luego de pronto como olvidando sus preguntas cruzo rápidamente el bosque triste, y el cementerio de los campesinos. Cuando llego a la villa una espesa neblina cubrió la antigua población morava, y así a sus anchas el vampiro recorría sus dominios, pronto se detuvo a observar por una especie de rendija, un especie de abertura que se formaba entre la madera vieja de un cubreventana, a una familia. El padre acunaba con ternura a su pequeño hijo, mientras su esposa observaba con amor a ambos...la escena conmovió al frio vampiro y una lágrima se escapo sobre el mármol de su mejilla...eso era lo único que hubiese deseado tener aquel ser hematófago y taciturno, una familia, hijos, una linda esposa, pero la tragedia marco el carácter de este vampiro y antes de volver a sentir un sentimientu propio de débiles, decidió apagar con sangre aquella melancolía.
De vuelta a su castillo decidió ir por otro camino, quizás para evitar esa eterna desidia de repetir lo mismo todas las noches, y se interno por el bosque oscuro, deambulo triste pisando las hojas secas esparcidas en el suelo, y casi cuando acababa su poco usual viaje, iluminado solo por la luz de la luna llena, observo lo más bello que puede ver un hombre sobre la faz de la tierra, una elfa gris descansando placidamente en un árbol.
Al principio pensó que era un hada, pues eso parecía a sus ojos ...]