Kong Qiu (Confucio) – un filósofo chino – sostenía que es sumamente importante dar a cada cosa su nombre, definir los nombres, y corroborar si los nombre que se les dan a las cosas se ajustan a la realidad.
Como venezolanos (como algunos venezolanos) nos hallamos en un dilema: consumimos el producto cultural de otro país, de otra nación, y muchas veces los sentimos como nuestros, nos identificamos con ellos. Sus parques de diversiones son para algunos de nosotros como espacios universales, sus modos de vida nos sirven de modelo. Una cultura ajena a la nuestra se convierte n nuestra principal referencia incluso a la hora de vernos a nosotros mismos, lo mismo sucede con su moneda. Psicológicamente, aun cuando no lo confesemos, somos como un estado provincial de un gran país, de allí provienen nuestras referencias y, incluso en deportes, nuestros mejores beisbolistas con toda naturalidad van a hacer servicio allí, como quien va del campo a la metrópoli. En nuestros fueros internos Venezuela es como un suburbio y los Estados Unidos la gran metrópoli a donde todo lo bueno converge, naturalmente. Lo mismo ocurre con muchos de nuestros actores, diseñadores, modelos, talentos, científicos, etc.
Todo converge hacia la Capital, porque pareciera que no hay nada bueno aquí (y ese “pareciera” quizá sea un eufemismo).
Psicológicamente, en nuestra cultura, los Estados Unidos ES el Imperio.
¿Qué vemos en nosotros mismos cuando nos vemos? No quiero responder a ello, porque no nos vemos, y no siquiera sabemos nombrarnos, estamos acostumbrados a relegarnos, a desvalorarnos (quizá sea otro eufemismo), a pasarnos por alto como venezolanos y ello se debe a que la clase dominante se entregó a otro país y estaban deseosas de entregarnos a todos nosotros con ellos.
¿Por qué Venezuela se relega a sí misma? Porque no desea sincerarse con su drama histórico aún no superado; no desea ver su racismo (somos un espacio geográfico racialmente dividido y conforme), su opresión de clases, su drama de robos, corrupción y asesinatos como un modo de supervivencia en un terreno sin oportunidades. Excluir, excluirnos, se ha efectuado con pasmosa naturalidad. En nuestra mente vivimos en otro país. La policía golpea gente impunemente y cuando mata lo único que nos importa es “a quién” para saber i ese quien está o no dentro de nuestras referencias (“Niche” es tan fácil). Intentamos imitar otra cultura que no es la nuestra demasiado torpemente. Rubios y rubias en todas las vallas y publicidad, gente que muy escasamente se ve en nuestras calles (para nuestra pena), inalcanzables, que sirven como trampolín para vender productos; mientras se trata a las morenas como si fuesen prostitutas al servicio de la clase que de ellas pueda favorecerse. En las artes imitamos y no sabemos valorar lo nuestro. No hay ni una sola novela venezolana que hable de la vida en los cerros de Caracas escrita por uno de sus habitantes. Nuestra expresión más propia es tabú, es como algo de mal gusto, como de algo que no se ha bañado, que huele mal, que no le da pena no esconderse.
Con todo esto planteo dos cosas: Efectivamente hay un Imperio, un estado soberano que nos nutre la psique con sus imágenes - (para entender el mensaje de las comiquitas de Superman basta con retirar a Superman de la comiquita) -. Y no hay una patria…, sólo hay un territorio conflictivo que se desconoce a sí mismo por vergüenza, divergente, que carece de la voluntad para verse a sí mismo sinceramente y nombrarse y contarse con todos sus dramas y que muy pocos venezolanos estamos dispuestos a digerir con toda su crudeza… nos censuramos cuando lo “nuestro” no se parece a nuestras referencias importadas (ni siquiera sabemos qué es lo nuestro)… nos censuramos.
Venezuela, a fin de cuentas, es como un territorio tratando de convertirse en patria; intentando, aun cuando creo que no, de poseer una identidad propia (pero es casi imposible: está dividida en grupos raciales que se maltratan entre sí).
¿No podemos ser anti imperialistas siendo nosotros mismos, a sabiendas que eso implica nombrarnos, sin tabúes: vernos; o es que ser nosotros se define solamente en ser “Anti imperialistas”?
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