Tanto esperé
en ese lugar,
a que aquella mujer,
solía llegar.
Forgé ilusiones,
construí castillos,
y en mil rincones,
busqué el olvido.
No ha venido,
y no vendrá,
pues la he perdido,
por mi maldad.
Yo la quería,
y aún la quiero,
era mi vida,
mi mundo entero.
Debí escucharla,
cuando decía,
que no marchará,
aquel triste día.
Salí muy lejos,
tarde volví,
quizás con otro,
se olvida de mi.
Hoy lo comprendo,
no debí ir,
más hoy lo entiendo,
es mi destino, mi porvenir.
Bendita seas,
dulce mujer,
auqnue no creas,
eres mi ser.
Le ruego al cielo,
que seas feliz,
aunque lo entiendo,
te irás de mi.
Vete con él,
linda mujer,
pero si sufres,
aquí en este lugar,
mi linda niña,
te esperaré. |