Parte de Guerra, Historia de Amor.
Estoy acostada en mi habitación, miro el techo blanco y mi mente se sumerge en pensamientos.
Miro hacia el pasado reciente y recuerdo como empezó todo.
Yo leía sus historias y adivinaba como era. Veía un reflejo de él en sus letras.
Leí muchísimos textos de él pero en pocos dejé mi comentario. Un día fui a su libro y para mi sorpresa estaba su foto. Manos grandes, mirada aguda, aspecto inteligente, era bonito. No me animé a decir nada, sólo lo miré y me fui. Mi corazón latía rápido como si temiera haber sido vista espiando.
Me quedé pensando en él. Seguía con mi vida, con mis cosas y me sorprendía a mí misma imaginando su vida.
No sé cuando pasó pero me enamoré de él.
Leía sus cuentos y me fijaba en lo que le comentaban, muchas le decían cosas. Igual en su libro.
No sabía que tenía una novia así que no hice nada por echar agua al incendio que se avecinaba en mi alma.
Para cuando me enteré que su novia era una tal Laura me quise morir; me sentí agonizando.
Lloré como una loca desconsolada. Quise saber quien era; investigué.
Leí a todas las que le dejaban comentarios y estaba bastante confundida hasta que me quedé con cuatro. Muy pronto supe quien era Laura.
La observaba, quería saber quien era y como era. Todo se veía bien en ella salvo uno que otro lancero. Ella no tenía culpa de eso ¿o sí? Imagino que no porque los lanceros abundan.
Cuando un lancero empieza a escribir cuentos que la involucran, sin nombrarla, es fácil darse cuenta si uno sigue la trama.
Laura aparecía por el cuento del lancero con un comentario normal y nada comprometido. Solo estaba diciendo: “Estuve aquí y te leí”.
No sé si con eso el lancero se conformaba pero al saber que ella lo leía este volvía a escribir y ella a comentarlo.
En retribución él iba a sus cuentos y también dejaba sus “dolorosos” (el silencio duele... ¿me dejaste por él?) gemía el lancero que luego recibía consuelo.
No era el único. Hubo otro que aprovechó que el león no estaba para corretear a la gacela (hacía tanto tiempo que no te decía... te amo).
Bueno, no quiero ahondar en detalles y además para entender lo que hablo tiene que tratarse de alguien que lea a todos los involucrados.
Usé todo eso para desacreditarla. Le declaré la guerra, la odiaba pensando que no merecía a “Jo”.
¡¡¡ESTABA EQUIVOCADA!!!
Todo la acusaba, todo estaba más que cantado. Luego me di cuenta que ella es ingenua, estúpida o ambas cosas PERO AMA A “JO”.
¿Cómo lo sé? No lo sé, lo deduzco.
Cuando “Jo” partió a no sé donde y volvió, vio la guerra que yo estaba ganando.
Es obvio que habrán discutido y al poco tiempo “Jo” se fue de la página.
Me quedé desconsolada porque yo hablé con “Jo” por messenger. Estaba claro que él quería a Laura. Ni una vez se me insinuó.
Me contó de los problemas que tuvo Laura con unos calmantes que tomó. Me explicó que a poco de sentirse mareada atinó a llamar por teléfono a su mamá que vino con un médico.
Cobró sentido para mí aquella "Cita en el Cielo".
Lloré otra vez pero fue por ella. ¿Por qué haría algo así si no lo amara? Me sentí culpable.
Al poco tiempo Laura también se fue, perdiendo no solo todos sus textos sino la belleza de comentarios que tenía en cada uno.
Ese sacrificio enorme por parte de ella solo para seguirlo LO HACE ALGUIEN SÓLO POR AMOR.
Hoy estoy aquí, mirando el techo y esperando un milagro. Ese prodigio sería sacarme este dolor del corazón. ¿Cómo me lo saco, alguien sabe?
Duele y mucho y paso los días llorando.
Me señalan y apedrean, me transformaron en “paria”.
Cuando me enamoré no sabía de Laura. Después era demasiado tarde para retroceder, pelee y perdí.
Hasta hoy no sé nada de ellos.
¿Vienes con una piedra en la mano? Está bien, ¡Arrójamela!
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