Inicio / Cuenteros Locales / DEJAVU / La playa (relato negro)
Una pulposa y bien dotada jovencita camina por la playa buscando un espacio para reposar su escultural figura mientras sorbe entusiasmada un pirulín
Se recuesta en la blanda arena de cara al sol mientras los hombres a su alrededor le dirigen miradas lujuriosas.
Las gaviotas, las olas, la brisa y de pronto... un repulsivo gorgojeo.
La muchacha se toma la garganta en medio de espasmos mientras su cobriza piel si torna azulada.
Se ha tragado el pirulín.
Ante esta escena los hombres se acercan aunque no saben que hacer, pero aprovechan para meter mano.
El guardavida, atento, se acerca a la carrera. La chica esta incontrolable es sus estertores y el guardavida la desmaya de una trompada. Raudo se acuesta sobre ella bajo la curiosa y desconfiada mirada de los hombres que se han acercado. Este, apoya la punta de un bolígrafo en el triángulo del cuello de la joven y con un seco y certero golpe perfora su traquea ensayando así una traqueotomía
Los presentes observan y esperan. No hay reacción. Nada que hacer, esta muerta.
-Nada que hacer- dice el guardavida -Está muerta.-
Los hombres asienten.
El guardavidas, todavía recostado sobre el bello cuerpo, mira a los hombres. Luego al cuerpo. Luego a los hombres.
Toma con sus dedos la tirita que une los triángulos del sostén y de un tirón la rompe, liberando dos regordetas y turgentes tetas.
-Bueno, ya esta muerta...- dice convenciendo a los hombres y a si mismo.
Todos asienten seriamente
Decidido entonces, le arranca la bombacha y la penetra violentamente.
Otro hombre la levanta por detrás de los hombros sentandola sobre el guardavidas y en esa posición se la mete en el culo. Un tercero le abre la boca y penetra su cabeza hasta tocar con su miembro el palito del pirulín atascado en la garganta de la muchacha.
En el desenfreno, un cuarto arranca el bolígrafo del cuello y la coje por el improvisado agujero.
Mientras, por los flancos que quedan libres, los chicos ensayan nuevos agujeros en la carne cobriza e intentan introducir sus pititos en ellos, para enojo de las madres que a la distancia los llaman a gritos.
FIN |
Texto agregado el 30-11-2003, y leído por 304
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