Línea de esperanza.
Allí es, donde lo blanco de el ojo asoma a la bruma de la esperanza, y esa mirada se escapa por el canto de una puerta, recorriendo cada rincón de aquella arquitectura. Se pierde en el fresco, enmantelado de fríos matices, escabulléndose por la fisura de la cúpula y sintiendo una libertad exorbitante al deslizar por la desmesurada inmortalidad de la fachada Este.
Y visto así, donde la esperanza acaricia el soñado y reconfortante aroma a pureza y libertad, desesperada, trepa por un árbol y se escapa por una de sus ramificaciones de vida y fortaleza, cuyas hojas silban, junto al viento, una triste canción. Tratando de ayudar al principiante, el viento estornuda, pero el sol impide su logro. Cae.
Consternada por aquel fallido intento, yace en el suelo entregando su valor a algún hambriento buitre que ronda por allí. Pero abre los ojos y descubre que su verdad esta acompañada de unas pocas, pero cálidas, flores color caramelo que incitan a bailar.
De un salto comienza a danzar alrededor de la blanca pureza de un tulipán, al compás de esa interminable melodía que el viento nos brinda sin cesar. Saltando y dibujando garabatos, cae sobre una lágrima del rocío en una rosa, que espera el crepúsculo y así volver a llorar.
Acompañada por la brisa y tomando altura, aterriza sobre una inmensa (para ella) persona, cuyos luceros están ciegos de realidad y de paz interior, donde sus pensamientos mas ocultos se esconden feroces, y la atrocidad que puebla en su mente no disminuye por la ira, la envidia propia se apodera de su alma sin importar, así como así, las consecuencias inesperadas para su propio ser; donde los pensamientos perversos y destructivos son la rutina que lo acompañan, como su propia sombra, hasta los sitios mas recónditos. Algunas veces se apoderan de sus sueños, esos momentos de paz en los que uno juega consigo mismo, usados tan solo para soñar, son invadidos por grises que, poco a poco, destruyen al ser, dejando intacta su superficie, pero no su interior.
De repente una nube de bullicios y explosiones logra que la esperanza abandone al pequeño ser, éste donde no debía estar, donde quizás vuelva para escoltar con perseverancia que, años atrás, había sido apuñalada por la pereza y arrojada al olvido.
Y escondiéndose tras un rayo de luz, juega con su destino e imagina su futuro, desechada en lo mas oscuro de la noche, acompañada en las buenas intenciones de centenares de bondades, de miles de sueños y, algún que otro, anhelo; quizás dejen zambullirse en la luz que la luna les brinda, siempre jugando con las estrellas y algún cometa que, de cuando en cuando, baja a disfrutar con ellos o a darles una ultima bocanada de aliento.
Pero su luz se desvanece, ya el rayo no le brinda el mismo calor, pidiendo algo a cambio, tal vez un grano de su ser, cree, que a veces el sol necesita.
Y con las pocas fuerzas que le quedan y el cansancio piensa en regresar, sabiendo que nunca olvidará que durante unos instantes fue esperanza, al menos para algo. Ya cuando el sol comienza a caer, el aire se asfixia con tonos de naranjas rojizos, esta se pierde en los oscuros valores y se escapa por una beta y vuelve a su sitio, esta vez, por la fachada sur, donde el vitró de múltiples colores invita a pasar por un trozo de vidrio amarillo y baja por el canto de una puerta, trata de resolver el laberinto del baldosado, sube por un frió mármol, para dormir eternamente en la rutina que cerrará con llave la única entrada al calor del sol e impedirá que la esperanza vuelva a ser as de luz y pueda disfrutar de un cuerpo con vida; en una retina que solo podrá percibir el temor de un sarcófago, para morir en una fría y escalofriante cúpula de catedral.
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