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Las calles no vivían su ritmo cotidiano ese día
Una tensión nueva; eléctrica, se apoderaba de los habitantes de la metrópoli
Las cabezas gachas, las miradas desorbitadas expresaban la desazón, la angustia, el miedo que sobrevendría.
Los titulares de los periódicos eran aplastantes esa mañana.
Grupos de hombres y mujeres de toda edad y clases reunidos en rededor de kioscos de diarios, en una convocatoria espontánea, unidos todos por la desgracia y el horror , cruzando sus miradas con gestos de asombro y negación.
No. No podía ser cierto, no era real; parecía un sueño...una pesadilla. Pero los titulares lo confirmaban con gruesas letras de imprenta:

"NO HABRÁ MEDIALUNAS POR EL RESTO DEL AÑO"

Y seguía la nota....

"Por la inminente escasez de cereal de trigo, solo podrá fabricarse pan para el consumo familiar, quedando así prohibida la fabricación de cualquier otra panificacion.Tambien se incluye en la prohibición, galletitas, cucurucho de helado, pizzas y cualquier otro producto que requiera como materia prima harina de trigo o derivados de la misma"

Y mas...

"Esta medida se implementa a partir de la fecha y regirá por todo el año pudiendo prolongarse.....bla bla bla....Refiriendose al tema hablara esta noche el Presidente de la Nación....bla bla bla....en cadena nacional......"

Los habitantes, cabizbajos; reflejaban en su andar la tristeza, la impotencia...



Pasaron los días y la apatía inicial cedió dando lugar a la desesperación, y esta...invadió la ciudad...
"Un hombre se detiene tímidamente en la entrada de un bar. Mira el interior de este a través del cristal de la puerta. Dentro, dos o tres personas toman café.
Entra y elige una mesa. El mozo se acerca.

- Un café con leche - pide el hombre
El mozo lo observa interrogante y se aleja
A los pocos minutos vuelve con el pedido, un café con leche humeante. Una vez allí y haciendo equilibrio con la bandeja se acerca disimuladamente al oído del hombre y le dice:
- Tengo una medialuna-
- De que clase?- pregunta el hombre sorprendido
- De grasa- dice el mozo entre dientes - Es de hace un mes.Una panadería lo fabricaba en forma clandestina, la descubrieron hace un mes y requisaron la producción. Un agente de la federal me consiguió dos de esa partida. Una me la quedo, pero la otra se la dejo en quinientos, esta seca pero intacta. Calentandola en un horno recuperara su frescura...-
- Donde? -
- A las 17:00hs. En la plaza . Frente al congreso -"



Los cafés cerraban implacablemente al igual que las panificadoras que eran descubiertas en la fabricación de las valiosas medialunas.
El mercado negro había copado la citi. En esquinas, plazas publicas y cafés de dudosa reputación, se comerciaba secretamente ( haciendo uso de un código de nuevas palabras y gestos ) y bajo fuertes sumas de dinero, la tan ansiada y añorada factura. Solamente había que ver los automóviles estacionados en las cercanías de un bar para saber a que se dedicaba el mismo. La exhibición de lujosos automotores en la zona no dejaba dudas. Y eran cotidianos los operativos federales con sus razias, deteniendo a personajes de alta sociedad en esos tugurios donde se exhibían obscenamente las mas grandes variedades de este producto de la harina.

Las mañanas porteñas cambiaron su rostro
Ya no quedaban cafés. Habían sido reemplazados por playas de estacionamiento e iglesias evangélicas.
Las oficinas publicas habían perdido gran parte de su personal al no poder brindarle a sus empleados el histórico café con medias lunas de media mañana.
Los albergues para amantes no brindaban desayuno, para no aguar el bienestar con que despertaban sus clientes después de una noche de amor.
Las mañanas de los domingos habían desaparecido, y la gente amanecía al mediodía, comenzando la jornada con las pastas y la salsa boloñesa, evitando así la amarga imagen del mate pelado.*
No faltaba quien se enriqueciera consiguiendo el curvado producto en algún lejano y perdido rincón del Gran Bs. As y colocandolo en zonas estratégicas con selectiva clientela. Ni tampoco la mujer que vendiera su cuerpo al menos por la puntita quemada de una de estas grasientas delicias



Pasaron los años.
Algunos prefirieron olvidar; otros mantenían despierto el recuerdo de la ya mitológica factura. Contaban a sus hijos con lujo de detalles sus diferentes gustos, tamaños, texturas, curvaturas; sin olvidarse de las grandes, aquellas que se rellenaban con jamón y queso para después calentarlas, convirtiendolas casi en un almuerzo. También de los lugares que habían sido famosos por ofrecerlas de excelente calidad. Mientras, los chicos escuchaban fascinados las historias medialunescas, llevandose un pedazo de estas en sus sueños.

Y así fue como los enamorados, los nostálgicos, los poetas y todas las almas sensibles de la ciudad se juntaban en la costanera, con sus mesitas plegables, las noches de cuarto creciente y menguante, a tomar un café con leche acompañados por una media luna suspendida en el cielo porteño.

FIN

Texto agregado el 30-11-2003, y leído por 241 visitantes. (0 votos)


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