Ni se te ocurra volverme a insinuar que deje de equivocarme, que deje de ser yo misma y cometer surrealismos, uno tras otro.
No pretendas apagar mi voz, simplemente por el hecho de que te parezca incorrecta, o incluso hasta amenazante.
No te empeñes en inculcarme la “normalidad”. Deja de imponerme tu verdad y permite que abra mis alas hasta el infinito, sin miedos ni estúpidos fantasmas, que ni tu mismo puedes creer; pero que día tras día sigues al pie de la letra, tal vez porque te resulta más difícil romper con todo eso que te aturde, pero que al fin y al cabo, viene preparadito para tragar y digerir.
Déjame que opte por mi atajo, más o menos difícil, más o menos creíble, pero camino y opción al fin y al cabo.
No importa si en este camino no hay multitudes, ni avalanchas de gente acompañando mis pasos; no me asusta enfrentarme a los obstáculos ni luchar contra las sombras; de hecho, siempre he tenido que ir contracorriente... es algo que tu mismo me enseñaste al querer hacerme como tu, al tratar de imponerme tu rutina y tus normas vacías, sin razonamientos. Al tratar insistentemente de convertirme en tu marioneta de turno, en una triste prolongación de ti mismo.
Limítate a quedarte al margen, trata de comprender que hay muchas salidas en medio de este laberinto en el cual nunca quise permanecer atrapada por más tiempo. Moléstate en escuchar mis palabras, aunque te resulten armas de doble filo, y se claven en tu mente como láminas de afilado cristal.
Déjame contarte mi verdad, aunque te aterre la simple idea de que piense por mi misma.
Te pido que no te empeñes en aniquilarme, porque cada paso en esa dirección me hará gritar más fuerte, me hará buscar más rápido. Déjame libertad para mirar en la dirección que yo elija, no interrumpas con lecciones y consejos de barro mi camino. No sigas poniendo trabas y pegas a todo lo que hago.
Porque ya es tarde para hacerme creer que las cosas no han cambiado y que siempre estuvieron bien; me tomé la valentía de quitarme esa absurda y ridícula máscara, con la que pretendes afrontar el resto de tu vida. Opté por salirme del eslabón, y hasta empieza a gustarme el ser la oveja negra. Esa oveja que tantas veces criticaste, y en la que gastaste mucha energía por pintarla de otro color... sin darte apenas cuenta de que es el negro mi color, que son mis ideas mi mejor bandera en esta causa y que no me importa el fracaso, porque me hace luchar con más fuerzas.
No pararé, excepto para coger carrerilla; cada palabra que intentes borrar o apagar yo la gritaré tan fuerte que se clavará por siempre en tus oídos.
Me quedo lejos de la norma y tu concepto de "moralidad", siempre me fascinó lo diferente y de cosecha propia.

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