Parezco ya un imbécil al seguir la dinámica de tu juego, pero atrapado me encuentro al temer el alejamiento. Tengo la certeza de que no se producirá el quiebre, sin embargo, espero que tampoco exista el deseo de que sea ésa la alternativa.
Ahora ya no tengo casa, o mejor dicho, no tengo hogar y vieras tú qué triste es sentir esto, vieras tú que vértigo me da al mirar hacia el lado, al sentir que no hay nada propio, porque por causa de mi pensamiento, de mi creencia y mi terquedad me he ido forjando un camino lleno de piedras y objetos cortantes que hacen heridas en mis pies.
A pesar del dolor, no he caído al suelo y no me detengo sino para pensar cómo reanudar la andanza, pues sé que las durezas se hacen sí o sí a medida que avanzo y a medida que vivo buscando establecer un resultado al esfuerzo y al aguante que he demostrado.
Estoy flotando e identifico plenamente lo que me permite mantenerme así. Mi deseo es asentarme y corresponder a un espacio, tener tierra y un metro cuadrado en el que pueda tirarme un pedo tranquilo y sin que nadie me mire feo.