Mucho frío y humedad, hasta el mismo hielo resbalaba por aquellas paredes mugrientas y abandonadas. Se caía a trozos la vida en aquel lugar. Nadie acompañaba tu miedo, tu tristeza. Estabas hundido en una calmada desesperación que habías transformado poco a poco en rutina; ese lazo diario que va apretando con tal fuerza que nos deja seco el cerebro y hasta los huesos.

Hablabas con voz entrecortada, intentando amarrar ese manojo de nervios producidos por la situación, tal vez hacía años que nadie se dirigía a ti.
Nadie se adentró en la fuerza de tus ojos, en los gritos de tus despeinadas melenas. Nadie estrechó tu mano luchadora y valiente, ni te ofreció un respiro en mitad de tu historia. Nadie quiso escuchar tus verdades, todos preferían mirar a otro lado… a veces es muy cómodo vivir en la ignorancia.

Te fueron arrinconando como una criatura maldita, a la que nadie se atreve a mirar; llenos de miedo y prejuicios, invadidos por su afán egoísta. Se disolvieron los "amigos", te negó la "familia" y los conocidos salieron corriendo.

Sentí tal impotencia y rabia que hubiera repartido patadas a todos los pobres diablos que se empeñaron en aniquilar tu vida. La angustia que recorría mis venas era inmensa, quedé bloqueada por aquella patética realidad.
Sólo pude abrazarte. Sentí tu alma helada, seca a base de guantazos, desgastada por el peso y el paso del tiempo y de la soledad. Había tanta desilusión y abatimiento en tu mirada, que mi respiración cambiaba de ritmo sin apenas ser consciente de ello.

Quise decirte tantas cosas, gritar al viento mil propuestas, lanzar a cientos soluciones, transmitirte mi dolor, colmarte de apoyo… pero ni una palabra pronunciaron mis labios, quedaron sellados ante tus heridas; tu piel arrancada a jirones y tu esperanza pisoteada, mezclada entre basura e injusticias. Tus vendajes se anudaron a mi estómago.

Tengo clavada tu voz, me retumba en cada amanecer y en mitad de la noche… al igual que pienso y me retuerzo por tantas almas desconsoladas, arrojadas al tedio, apuñaladas a golpes de desprecios y despojadas de todo, únicamente por putos intereses sin sentido.

No me van a callar, aunque en el camino deje mi último aliento. Pienso tirotear a todos esos tiranos a punta de verdades y haré que el color verde regrese a su lugar, a tu vida, y lo aprietes entre tus manos. Que los únicos azotes que recibas sean de viento puro y optimismo.
Cueste lo que cueste voy a sacar mi espada en tu defensa… quiero y debo jugármela.
No soy manipulable, no me vendo y no estoy orgullosa del mundo en el que vivo.

Empezaré con un abrazo, tan sólo un abrazo.