Aquel sueño fue extraño para ella, no fue como siempre, esta vez no viajaba por aquel trayecto adornado de flores, aves y mariposas, tampoco era ese día soleado y fresco con el que soñaba siempre, ni siquiera cabalgaba ese viejo Pegaso que era su guía en todos sus sueños… tampoco iba a su lado aquel príncipe azul… ese que era capaz de dar su vida y su muerte por ella, que era capaz de traerle la misma luna por tan solo una de sus miradas, aquel de mirada constante y de palabras precisas que solo existía por ella…
Si, realmente fue un sueño extraño, era un día oscuro como cualquier otro, su camino era lúgubre. Tenebroso y sin rumbo, no tenia a su fiel corcel como guía, lo único que tenia era su instinto del cual siempre estuvo orgullosa, ojala esta vez también pudiera estarlo… la oscuridad del lugar no le permito ver los rasgos de aquel hombre que sin duda estaba lejos de ser su príncipe azul, así que solo aguardo y escucho la historia de aquel hombre: le dijo que el lugar en donde estaban no era mas que el laberinto de sus propios pensamientos, aun que él no sabia como ella había logrado entrar en su laberinto, y mas aun no sabia como lo había encontrado, o como la iba a sacar de allí si ni siquiera el conocía la salida…
Se produjo un silencio incomodo… Puedes quedarte –dijo él – aun que solo puedo ofrecerte este mundo oscuro y tenebroso, mi compañía, si alguna vez llegaras a necesitarla, un poco de filosofía barata para cuando estés triste y un pequeño “capullo” que contiene la ilusión de poder salir algún día de este lugar… pero también solo puedes despertar y olvidar este lugar, puedes regresar a el sitio a donde pertenecen tus sueños….....
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