Este tiempo es anatómico,
lo uso como escudo del amor y la paciencia.
Esa que tú ves debajo de las sábanas no soy yo,
yo sólo duermo bajo el sol
ese que cayó rendido en las estepas doradas
ansiosas de ser descritas.

Te vas lejos del mundo parra recibir aplausos,
cadenas que estrangulan tu humildad,
no vuelvas nunca a tu lugar,
todos los abrazos que aquí sembraste se esfumaron,
las tazas de café con los amigos
están ahora en el caño,
las barajas que con gusto repartías
sirvieron para imprimir el diario de esta mañana,
tu tumba fue vendida para darle espacio
a un centro comercial.

No trates de bendecir tus blasfemias materiales,
la espiritualidad que tu buscas no está en un lingote de oro,
está entre tus encías
para masticar tus raquíticas alegrías
y despertar tu apetito maternal.

Farsante entusiasta,
suelo postrado ante el suelo,
aguja erosionada,
voces sobrepuestas ... oídos
ecos engrapados ... culpas
orgasmos solubles ... substancias
pirotecnias secuestradas ... rechazos.

Abre camino al rostro
que se queda esperando a que el reloj lo mire,
de oreja a oreja,
contén el temor de los rincones obscuros,
toma tu lengua y átala al muelle,
y si puedes salir de ese gusano babeante
donde duermes cuando no te sientes,
hazme un favor,
recuéstate rodeado de servilletas, billetes y siluetas.

Alina Poulain 1 de marzo 2006