La luna más brillante acompañaba a las estrellas que aquella noche encendían nuestras miradas. Sentía como la brisa acariciaba mi piel haciéndome sentir realmente bien, la lejanía de tu presencia no inmuto en ningún momento mis pensamientos en aquel momento en los que los dioses nos bendecían.
Todo era demasiado perfecto para ser realidad, solamente al tercer pellizco en la mejilla me hizo comprobar que no estaba sumergido en un mundo onírico e irreal.
Me entregué a tu embrujo, introduciendo mis deseos a través de los poros de tu piel, que abiertos esperaban la caricia olvidada en algún lugar de tu memoria. Me supe esplendoroso, capaz de mover montañas cuando pude verme reflejado en aquellos ojos que lo eran todo.
No podía creer que aquel cuerpo aparentemente frágil, que aquella mirada melancólica fuera capaz de demostrarme tanto con tan poco.
Toda mi conciencia recobró sentido el primer amanecer que descubrí el despertar con aquella compañera que desee eterna, quise que el tiempo no pasara nunca, que permaneciéramos incorruptos en el momento que mirándonos y acariciándonos, descubrimos nuevos sentimientos dentro de nuestro ser interior.
Ahora estábamos lejos, nuestros cuerpos desnudos deambulaban tan lejos de nuestras mentes que nada tenia sentido, te echaba en falta cada segundo que no podía reflejarme en tu presencia aunque supiera dentro de mí que te vería al día siguiente.
Me encendí otro cigarro, aquella noche con su brillo y el aire que rozaba mi piel agradablemente, hacía que recordara tus caricias, tus besos.
Me dirigí hacia mi habitación y comencé a escribir unas letras que me acercaran un poco a ti, no podía dejar de pensar en estar contigo, no podía desear otra cosa que escuchar de tu preciosa boca aquellas palabras que me hacían sentir un elegido entre los elegidos. Me encontraba cansado, agotado por culpa del día que me había separado de ti, casi dominado por el sueño elegí un CD, Radiohead fue lo que me apeteció en ese momento.
Así que con la música de fondo dejé de escribir, me metí en la cama y me prometí a mi mismo que si durante el día no había disfrutado de tu presencia lo haría en sueños.
Cerré los ojos, pensando en tu mirada, sintiendo tu olor, notando tu calor dentro de mí.