Busco el origen de todo, no lo encuentro, puede ser porque siempre fue, por lo que no tiene comienzo, me esfuerzo en recordar aquel momento, indago en la esfera inconclusa donde convergen mis ideas; mas no puedo hallar ese crepúsculo que me lleve hacia la certeza, deseo enfrentar el colapso irrefrenable del fin de las incertidumbres, prefiero mi mente sumida en vaivenes de pasiones incontenidas, reborboteando iras, que la atormentante letanía de la pasividad asumida, prefiero los latidos alocados, la sangre burbujeando, las lágrimas rebozando, todo un ser reaccionando, enfrentando los designios deparados... sean buenos sean malos, al fin el amor cómo el desamor; el triunfo cómo la derrota; la alegría cómo la desdicha provocan las mismas vibraciones en los cuerpos, no así la incertidumbre que ahoga, que quema, que subyuga y mata; no así el escapar pasivamente de sentir, que no conlleva nada... |