ella a su puerta estaba en aquel momento tocando,
él no sabia que hacer,
estaba nervios y sus sentidos estupefactos;
él tenía que ir a ver,
como ella estaba afuera sin saber,
que él ni una noche dejo de esperar…

él la puerta abrió,
ella a los ojos lo miro,
sus labios se sintieron fuertemente atraídos;
pero no sabían que hacer,
y los dos tímidamente se acercaron,
pero solo se quedaron un momento abrasados.

No dijeron mucho, solo se saludaron,
se quedaron unos momentos en silencio,
pero él tenía un don que con ella había despertado.

Era el de leer los pensamientos en los ojos de las personas;
pero en aquellos momentos él en los ojos de ella nada veía,
el color miel de sus ojos era demasiado bello,
y a su don ellos distraían…

ella tenía un pequeño secreto, que ya muerta,
ella a él contaría…

Él, después de dos minutos la invito a pasar a su casa,
ella tímidamente acepto; él quería de nuevo amarla,
pero había un presentimiento,
¿malo o bueno?
ni ella ni él lo sabían…

Hablaron un momento de las cosas que habían ocurrido,
poco a los ojos los dos se vieron, pero aún así;
los dos siguieron; poco a poco se acercaban,
tímidamente las manos se acariciaban.
Se vieron tiernamente a los ojos,
y en una calida mirada,
se dijeron el uno al otro lo mucho que se amaban;
con un suspiro se dijeron el uno al otro lo que en muchos años habían sentido, guardado, amado, pasado, y extrañado…

De nuevo la pasión con sus manos a los cuerpos se aferraba,
se alejaban los suspiros; porque sus labios no dejaban de acariciarse,
la respiración les faltaba; de nuevo los dos se amaban.

En un pequeño sillón paso,
lo que en muchos años Dios para ellos calidamente preparo;
sus ropas cayeron al suelo,
sus cuerpos desnudos quedaron,
sus mentes se fueron al cielo,
la virginidad en ese momento ofrecieron,
el uno al otro, con sus cuerpos se unieron…

Él, el cuerpo de ella tenia; porque sus manos en ella ahora estaban. Ella, el cuerpo de él ahora tenia; porque sus manos ya habían probado cada parte de todo su cuerpo aquel día.

Los dos con sus sentidos se amaban,
él a ella fuertemente la penetraba,
ella por primera vez se sentía extasiada;
la pasión de los dos fuertemente crecía,
hasta un punto en el cual con los gritos y los gemidos se confundía;
ellos ya se amaban totalmente,
sus cuerpos el uno al otro entregaron,
su corazón y su loca mente;
ya eran uno solo y jamás se dejarían de amar.

Los dos sin fuerzas se quedaron,
apenas y podían respirar,
todo su aliento habían perdido,
cuando se besaban y gritaban…
por amor…



La noche poco a poco se desvanecía,
la luna ya los había visto amarse;
la madrugada ya los saludaba,
anunciándoles que el sol quería saber todo, cuando se acercase.

Los dos abrasados despertaron, estaban desnudos,
porque la noche anterior,
se habían infinitamente amado;
pero ahora, estaban vestidos,
de un gran amor que jamás nadie desnudaría…

Ella le dijo a él que lo amaba,
él suspiro, y un beso le dio,
ella le agradeció porque alegre ahora estaba,
él con una tierna mirada le respondió;
se quedaron en silencio…

ella dejo de respirar…

el ángel de la muerte ya había tomado de su mano,
camino a la gran puerta ella iba…
él aun no se daba cuenta…

ella había muerto…

Él se dio cuenta porque su corazón se congeló
y dejo de latir por un segundo;
entonces se volteo y la llamo;
ella no respondió…

Una lagrima de los ojos de él en ella se deslizo;
él no sabía que pasaba,
de repente en sus manos una carta vio…

Era de ella para él,
cuando la leyó se dio cuenta de su despedida,
aquella pequeña carta esto a él le decía: