Azótalas ¡Vamos! Usa tu ira, golpéalas, no tengas compasión. Juega con ellas, cuando crean que te vas, vuelve, asústalas, martirízalas. Sí, pégales tanto, que llegues a deformarlas, grítales con toda tu furia, y que ésta sea tanta, que entre lágrimas admitan que eres superior.
Sí, mantenlas siempre en silencio, humilladas, que escuchen tus cantos y deseen estar en tu lugar… sí, prefiere el odio al respeto, ellas guardan un profundo rencor, pero que eso no te frene, es mejor así, se someten más.
Y no temas, ellas se quedarán siempre en silencio, quietas, pacientes. Su odio es minucioso, jamás se atreverán a sublevarse.
Azótalas, golpéalas… no te preocupes, tú eres el mar ¿qué te van a hacer unas simples rocas? |