BRISA
Una brisa calida acaricio sus labios ásperos, aumentando el deseo incontenible de aferrarse a la vida.
La tierra y las piedras lo separaban de todo lo amado, que no quería perder por un error; estaba atrapado, sin fuerzas y con pocas chances de salvarse, aunque intentaría, con el último hálito, de aferrarse a una posibilidad.
Las manos destrozadas, las piernas entumecidas, la boca reseca... ¿cuanto más soportaría esa agonía?
Jalo con tímidas fuerzas hacia un lado, hacia el mismo lugar de adonde provenía ese soplo tenue, pero cada vez más perceptible; apenas sentía el cuerpo, pero la corriente parecía ser más cercana.
“¿será una hendidura?... ¿será una rendija salvadora?, pensó, y el deseo de vivir se agito como una llama en su sangre.
Las laceraciones que sufría en su cuerpo le impedían pensar en otra cosa que no sea en tratar de emerger.
Empujo una vez mas con fuerzas ya menguadas, y esta vez, la brisa se transformo en una corriente de aire.
“¡Un poco mas ¡”, se alentó, y empujo con la ultima gota de energía que su osamenta guardaba.
La corriente era calida, y sentirla lo hizo sonreír de alivio; todavía tenia una posibilidad...solo necesitaba recobrar el aliento.
“voy a esperar unos minutos” se dijo relajando sus ya exhaustos músculos, sabiendo que era en vano intentarlo con desesperación.
El soplo de aire calido era su única compañía, y desde su sepultura en vida, trato de saborearlo, degustarlo y paladearlo, como si fuese una novedad en su vida.
“Aire”, eso necesitaba, y para seguir recargando sus energías, decidió esperar un poco mas.
Cerró los ojos, e imagino que la tierra era la cobija de su lecho, y que esa tierra, por alguna acción inconcebible de la naturaleza madre, lo resguardaba del frío y de los miedos atávicos, ancestrales.
Cerró los ojos y descanso.
Cuando comprendió que la brisa era el aliento de la muerte acechante, supo que era demasiado tarde para lamentos.
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