Me tienes alucinado, me tienes fanatizado. Anonadado. Esclavizado. Sometido. Atontado. Anulado. ¿Enamorado?
Me odio y te odio... yo sólo quería verte por debajo de tu falda. Yo sólo quería lo que tú no querías. Yo sólo quería emborracharte y mirar tu trasero. Que me regañaras por hablarte burdamente. Bailar contigo para darle celos a la que se deja cuando cierran el bar. Abrir y robar en el cofre de tu tesoro...
Pero, maldita sea, un día me mirastes a los ojos y me sonreíste, y descubrí que me gustaba el conjunto. Buscando tu sostén, encontré tu corazón y no pude más que hacerle una reverencia. Manoseándote me descubrí pudoroso e incluso educado. Descubrí que tus ojos eran distintos a los otros. Que tu voz me hacía reír sin saber de qué. Que los instantes contigo eran castigos porque no eran eternos.
Quiero ahogarme en la locura de tus besos,
y que tu abrazo sea mi camisa de fuerza.
Quiero que seas el abismo,
en el que caiga de cabeza por siempre.
Quiero que seas droga maldita,
para tenerte abusiva en mis venas.
Si fueras manzana,
pecaría contigo sin ser original.
Si fueras fuego,
me perfumaría con gasolina.
Si fueras prohibida,
acabaría en la cárcel besando al carcelero.
Si no estás a mi lado
me siento desierto sin oasis.
Un ciego sin lazarillo.
Un regalo sin sorpresa.
Te odio.