Creo que el rosario cayó debajo de la cama y no puedo alcanzarlo desde aquí, espero que ustedes lo encuentren pronto. No dejen de rezar por mí.

Papi, me encanta como suena tu voz cuando lees para mí. La marmita del diablo, La estatua de plata y El saco de embustes son mis preferidos, aunque siempre me quedo con ganas de conocer el final, porque las lágrimas te dejan mudo antes de terminar.

Mami, siento tus caricias sobre mi piel, aunque no las pueda devolver ... extraño que me peines, me bañes y me pongas el delantal. La enfermera en eso no te puede reemplazar.

En mis venas aún corre la sangre que me hace vivir, mi cuerpo está endeble, pero mi corazón es resistente y late más fuerte cuando ustedes están junto a mí.

Se que mis ojos parecen perdidos en la inmensidad, sin embargo yo puedo ver un mundo de fantasías donde no tengo las limitaciones que impone mi cuerpo. En ese espacio dejo volar mi imaginación y puedo entender el lenguaje de los animales, tocar el violín mágico, y ser parte de la orquesta del bosque, cantando y bailando sin dejar de reír.

Enseguida cambio de escenario y vuelo, como en una historia sin fin, donde me convierto en el compañero de viaje de Gulliver, o en el niño al que se le escapa el globo rojo, pero que sale corriendo y lo toma del piolín.

Con la velocidad de mi imaginación doy la vuelta al mundo en 80 días, viajo hasta el centro de la tierra y me meto en el laberinto que desemboca en el mar, donde me espera el Nautilus y su misterioso Capitán.

En un delirante jardín juego con Alicia, encuentro la caja maravillosa y veo volar el pájaro de la verdad, que me recuerda que la fantasía se puede hacer realidad si se desea de verdad. Y nadie cree tanto como yo en que eso puede pasar.

En mi mundo no existen las sillas de ruedas, los sueros ni los médicos que corren de aquí para allá. En mi mundo soy feliz ...

Aún recuerdo cuando jugaba con los chicos en el jardín. El momento de la caída, el golpe, el dolor y la oscuridad ... después vinieron los doctores, mamá, papá y estas sábanas blancas que son el paisaje que ocupa mis días y me consume la vida.

Sólo quiero pedirles un favor. Es sobre algo que les escuché decir ayer.

No le pidan al Doctor que apague el respirador, porque de esa manera dejaría de sentir y todos los personajes de mi mundo infantil se irían a dormir. Para ya no despertar nunca más.

No se como decírselos, porque yo en su mundo no me puedo expresar.

Quizás ya no haya otro “hasta mañana” para mí, y si es así, si ya no hay nada que decir, les pido que me den el último beso en la frente antes dormir.