En un estudio de televisión había un simpático perrito, todos lo acariciaban y lo querían. Un día se dirigió al director y le dijo –Quiero aparecer en la tele, tengo algo que decir-. Todos sorprendidos rápidamente pusieron una cámara y lo escucharon atentamente. Resulta que el perro se había cansado de escuchar mentiras y empezó a hablar:
-Escúchenme bien, voy a decirles todas las cosas que dicen de nosotros y no son verdad. La cola no la movemos, se mueve cuando estamos contentos como si fuera una sonrisa. No damos la pata, sólo mostramos lo bien cuidada que tenemos las uñas por escarbar el suelo. Si nos rascan la panza nos hacen cosquillas y movemos las patas porque es nuestra manera de reírnos a carcajadas. También dicen que vemos sólo en blanco y negro, pero no, vemos en 356 colores y con muy buena memoria recordamos nuestros mejores momentos. También podemos ver la televisión sólo que no hay algo que nos interese, y además no podemos manejar el control remoto con las patas porque apretamos todos los botones. Cuando olfateamos a otro perro es lo mismo que para ustedes decirle “hola, cómo te llamás?”. Damos vueltas en el lugar antes de acostarnos por que sabemos que es bueno hacer ejercicio antes de dormir. Creo que nada más, ah si, los huesitos que nos dan los enterramos en la tierra porque la usamos de heladera. Esto fue todo, sólo por hoy hablé, los perros tenemos un pacto de silencio y por eso nunca más me escucharán a mi y ni a ninguno más, los perros no hablamos ni nos hace falta hablar.-
Así fue, la primera y única vez que un perro habló, pero fue tanto el apuro y la sorpresa para todos que el camarógrafo se olvidó de poner el cassette para grabar y no quedó registro alguno de eso. Todos lo que lo escucharon ese día nunca pudieron contar nada, ¿quién le creería a alguien que dijo haber escuchado a un perro hablar?. Entonces, ¿alguien quien cree en esto que acabo de contar? |