Ahora suena un pequeño piano de fondo, que nos recuerda que la adolescencia tomó el último tren, que ya nunca más volverá. A estas horas hay coches dormidos arropados por el lloro del cielo, mientras unos vecinos enfrente se entregan a los placeres solitarios, tal vez tú también… Las luces de casas se iluminan porque algunos se levantan para acudir a un trabajo que apura nuestros días como una estrella en un vaso de vino. Y ahora ya consigo llegar a fin de semana sin malos humos, y ahora que ya olvidé antiguos enemigos.
Y mira, un día despertarás y el tiempo habrá echado la puerta de tu alma abajo, te asomarás con miedo al espejo y comprobarás, que Dios o quien sea te ha cobrado la factura, que la vida no es gratis y tenemos que pagar un alto alquiler por seguir aquí en el Valle de Lágrimas.
No, no te puedes negar. Si te niegas, el pasado te alcanzará, tomará el relevo del futuro, y quedarás aislado de la realidad, viviendo en mundos que ya no habitas, llorando por rincones en los que ya no cojeas… Y ya mentimos a diario…
No te puedes negar. Está en tus manos asumir la verdad.
Mira, echa un vistazo a tu alrededor, deja de soñar con ojos abiertos, que ya no quedan miedos que no compartimos, que ya no quedan jinetes que arrastren con nosotros las almas de los caídos.
Y cuando ese día te levantes, te asomes al espejo, y veas que ya no eres el mismo de siempre, recordarás todas las oportunidades que dejaste pasar, el tiempo en vano, las palabras que el orgullo cegó, los versos atrapados en la nuca, los sueños sepultados:
Se cayeron con la edad.
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