Un sueño de madre.

“Es difícil reconocer el perfil de esa figura que se transluce, mejor dicho de ese contorno, que descubre una forma sensual y a su vez trágica. Puedo imaginar, inclusive ver, lo que sucedió en aquel momento.”

El cuerpo fue hallado a varios metros de aquí. La corriente de este río, marrón, de barro más que de agua, y un viento de invierno y frio lo arrojaron hasta llegar a esta orilla vacía y ahora mas helada que esta noche.
Como es usual en este tipo de tareas, recorrí la zona tratando de hallar algo donde no busco, pura percepción de la cual los años como inspector de homicidios me han regalado, y hasta quizás un don también, y en donde siempre me he apoyado…busqué; ya en ese momento sentí mi nostalgia.
A poco de estar compenetrado me choqué cerca de una baranda casi destruida, como casi todas las barandas de esta rambla, algunas hojas arrancadas de un cuaderno. Volaban en circulo muy cerca del suelo, como en una pequeña danza de letras, de espíritu en sí mismo, donde se acarician y escapan, donde suben y bajan en un incontrolable juego, donde solo el viento detiene, entretiene y es dueño. Serían tres hojas jugando. Tomé una de las ellas y pude notar que era una página de una carta, tome el resto menos una, creo que la última.
Solo, me apoyé contra la baranda, contra la parte entera, mirando hacia la calle, junte más mis hombros y puse mi mano izquierda dentro del gabán, hacía invierno y la noche colaboraba en recordármelo más.
Las primeras líneas de la carta fechada solo hace una semana, sobre su margen derecho, no sé por qué me movilizó, no sé si fue la letra o la sinceridad de cada palabra, que hasta podía escucharlas con una voz de dulce retoño o el contenido, aún no sé. Allí contaba cómo ella se había ido ya hacía varios meses a probar suerte a Europa, y como se habian jurando un eterno y dulce y romántico y como el futuro en las Islas Canarias donde sería el escenario y telón final para todos los años de duro Amor en una Buenos Aires aniquilada y anarquista. El dinero no alcanzó para los dos y en común acuerdo ella viajó primero, su inglés la era esencial para conseguir el empleo que les permita reecontrarse en ese amor-jurado.
No pude saber más… sentí que otra vez que mi don aparecía y me alcanzó hacia una melancolía profunda proyectada a mis propias tristezas, a mis propios abandonos… y no sé en que preciso instante esa turbulencia de sentimientos que reinaban mi abdomen creando algún pensamiento, entre tenues penumbras, a mi mente y fui hacia el cuerpo y miré su cara con un rostro aún triste y su mirada, su mirada de despedida.
Aunque a primera vista supuse un ajuste cuentas, o un robo con alguna resistencia y de consecuencias fatales, creí en un crimen, pero no fue así o sí.
Me acerqué al cuerpo su mitad izquierda sobre la orilla y la otra mitad hundida en el barro, lo arrastré para que el cuerpo entero quedara sobre la orilla. En el bolsillo derecho del saco sobresalía una botella, una pequeña botella de licor. La tomé y puse a trasluz con la luna llena que llenaba la botella con la tristeza del que sabe amar y su perfil me dibujaba la imagen de ella, quizás hasta me parece conocerla, pero en la botella había un pedazo de papel cuidadosamente colocado, como en un juego, colocado como etiqueta.
Era la última hoja de la carta, una carta de despedida:
“Me duele tanto, tanto, pero seré directa como siempre lo fui. Me di cuenta de que NO te amo… ya sé…pero no estoy confundida, no siento que te extraño y no sé explicar lo de estos años juntos, quizás estaba enamorada, quizás estaba enamorada pero de una imagen, de un sueño que hoy ya no está. Espero puedas entender, preferí escribirme antes que hablarte ya que creo que la distancia nos ayudará mas que un caprichosa obsesión.
Te voy a extrañar. Lucía".