Me siento solo y desesperado
la necesidad es compulsiva y mi ansiedad se llena de espanto
miré a través del espejo para ver si existía otro reflejo
y solo encontré la singularidad llorosa en mi pecho.

Se acrecienta la esfera
y por fin está lista la fiera
que de la montaña ha bajado
para domesticarse a sí misma.
En espera vacía, nace y crece sangrante
para destazarse mendigante
a favor de un porvenir
que se espera codiciado.

Cada vez menos mentiras
cada vez más angustia
su quimera ha valorado
en borbollones el sacrificio prometido.

Cuál es la singularidad de la fiera para querer ser de igual naturaleza, que su presa amordazada?, si es que acaso ello quería, por qué estará aullando ahora desventurada a la luna?
Si sale el sol empieza el descenso ilusionado, para caer frustrado y regresar irremediable y vencido al anochecer de su cueva fortuita. Antiguo, con igual materia en las garras, que la noche que la precede.
Vacío y despojado, recogiendo por pedazos cada día de su vida, en el tiempo es divagante, en su infierno deambulante, se halla temeroso de ser lo que ya está dicho: para siempre el castigado, de la noche el invitado, por no encontrar lo que se escapa y hallar lo que no busca.