Querido chino sonriente:

Hoy decido escribirte una carta de amor, así como me provoca darte un beso.

Caprichosamente la mano danza sola en el teclado y expresa lo que la rabia cotidiana no me dejó decirte hoy.

Hay un dejo de fortuna que siempre me acompaña y que reluce ante tu mirada. Mis ojos cansados de tanto trabajo resplandecen con chispas de colores y mi boca aunque maneja un rictus de furia se torna media luna.

Si miro mi camino lo que veo es compañía, te veo conmigo.

Hoy pensaba en este país tan lleno de conflictos y agresiones. Decido que vamos a salir de tanto odio. Decido que, patriotamente hablando, quiero paz.

Angustiada me asomo por la ventana de mi fría y acondicionada oficina y veo una manifestación de taxistas que gritan arriba el gobierno abajo la oposición.

Me asombro por lo insólito de la situación, ¿es que acaso se había visto un país donde las protestas fueran a favor del gobernante? Este, definitivamente es un país al revés.

Sé que el amor y la política combinan muy mal, tienen siempre un sabor agridulce difícil de mezclar.

Pero, ¿y como le hago? si el bregar de cada día, tan duro; la lucha diaria en la que siento que dejo pegadas las uñas y la piel, el trabajo de perro y el sueldo mínimo hacen que se me olvide decirte que te amo cada día más?

pues si! te amo y voto por eso!