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Inicio / Cuenteros Locales / taller_provosorio / Cuento por terminar...(Escribio Kuthelia)

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Hace un tiempo que sentía el deseo de mudarme a ese edificio, tan antiguo lleno de historias, imagine miles de aventuras en aquel ascensor, que aún cierra manualmente, imaginaba los oscuros pasillos, siempre desolados.
Después de un par de meses, mi vida transcurría con el mismo automatismo que antes, ya conocía a la abuela y la familia Pérez del tercero, la viuda y el músico del primero. En el dos solo habitaba yo, mi compañero de piso, según supe por la viuda, andaba en uno de sus viajes, me comento también que luego que llega se encierra por meses, hasta que de repente se le ve un par de días rondar por el edificio, en cualquier momento y sin mediar aviso aparece nuevamente un taxi que lo aleja de aquí. - ¡Nunca nadie ha hablado con él!- Me dijo susurrándome al oído.

Aquella información, había despertado todos mis instintos de investigadora y no podía resistir la curiosidad de conocerle, hablarle, simplemente mirarle a los ojos. Imaginaba miles de encuentros, pensando como debía reaccionar en aquella primera vez, que cosas le diría y como lograría acercarme a él. Por la información recibida, la vieja excusa del azúcar no me serviría.
Todas las opciones me parecían tontas, infantiles y triviales por decir lo menos, pero un día lo pensé, el plan perfecto para conocerlo, inmediatamente descarte la idea, yo no era ese tipo de personas, no podía hacerlo. Luego de varias noches de desvelo, en que la idea volvía a mi cabeza una y otra vez, me decidí. Debía entrar en su casa.


Fue a media noche, de un lunes muy desolado, como una gata curiosa me deslicé desde mi balcón a su ventana. Con una ansiedad inexplicable recorrí cada rincón de la casa y me asombraba frente a cada descubrimiento, en un par de ocasiones me dormí en su cama, ya nada me detenía, no había temor de ser descubierta, me probaba sus ropas y leía sus libros. Él, pronto regresaría, había que pensar en algo para poder conocerle, observarle, pero todos mis planes se diluían, solo necesitaba visitarle, a pesar de la situación, me sentía muy orgullosa de todo lo que había sido capaz de hacer, aunque aún no comprendía profundamente mis motivaciones; desear conocer a alguien del cual nunca había escuchado nada, al que nunca había visto, era definitivamente inexplicable, pero definitivamente, muy excitante.

Aquella noche llegue muy tarde del trabajo, había sido una semana agotadora, pese a ello solo deseaba una vez más colarme por aquella ventana, como lo venia haciendo desde hace ya casi dos meses y religiosamente inmiscuirme en sus cosas. La noche estaba oscura y silenciosa. Trepe por el balcón y me deslice por el ventanal hasta el interruptor de la lámpara que estaba justo al lado del sillón, la luz no prendió; un hielo intenso recorrió mi espalda paralizando mi cuerpo, no era capaz de moverme y el silencio de aquella habitación se hacia cada vez más ensordecedor.

- ¿Qué haces aquí?- dijo con una voz ronca y calida.
-¿No vas a contestar?
-¡Disculpa, no he robado nada!, yo solo. –
-Lo sé- dijo firmemente silenciándome
-has estado mucho tiempo acá. Has recorrido toda mi casa, has dormido en mi cama y bebido mi vino ¿Por qué?-
-No lo sé, yo simplemente no lo sé-.

Siguieron dos noches con la misma conversación, preguntas sin respuesta, en oscuridad y sin poder ver su rostro. Ahora era él quien jugaba conmigo y yo me entregaba a aquella fantasía lúdica, volviendo una y otra vez, por alguna razón.


Hasta que me dijo que sabía la respuesta, sabía porque yo estaba ahí.
Encendió una vela y comenzó a relatar. Escuche aquella historia divisando fugazmente su rostro, su mirada. Aquel relato me envolvía lentamente haciéndome sentir como una tonta, entendiendo muchas situaciones que no podían haber sido casualidad.
Era él quien me observaba hace dos años incorporando en mi vida causalidades que me llevarían a su casa, era él quien me había atraído develando mis más oscuras intenciones. Había observado mi vida, mis gustos, mis anhelos, era él quien esperaba por mí.
-¡Ha sido mucha la espera! ¡Ya es tiempo!- Dijo, mientras me levantaba suavemente desde el sillón.



PD: Este cuento corresponde al tema: "espiando al vecino" y no "crimen perfecto", por si alguien no lo entendio la primera vez. Kuthelia.

Texto agregado el 21-02-2006, y leído por 218 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-02-2006 Una buenísima historia. Me encantó cuando la leí y me volvió a encantar. Besitos y estrellas. Magda gmmagdalena
 
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