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Mi abuelo en un pueblito hecho de sueños.


San Luís es un pueblito donde la gente camina sobre el agua... (habrase visto tamaña ensoñación) y lo pero es que ni siquiera se dan cuenta; es que este pueblo está montado sobre unas lajas que flotan en un río subterráneo... al menos eso dijeron los topógrafos cuando fueron a averiguar por qué la plaza central, junto a todas sus casas, se estaban hundiendo misteriosamente. A pesar de esto y de las advertencias que la alcaldía ha hecho a los habitantes, la gente sigue viviendo sobre el agua, y a lo más se han acostumbrado a subir y bajar este escalón natural que la naturaleza les ha puesto en plena vía pública.

Por esta, y otras razones que describo a continuación, es que yo digo que mi abuelo vive en un pueblito hecho de sueños. O, ¿qué otra cosa podría explicar que la plaza central tenga el busto de aquel viejo cura?... ¡ése que embarazó a toda una generación de mujeres! la explicación es, como todo lo de este lugar, de sueños: entre todos sus hijos (que muy agradecidos estaban por haber recibido el milagro de la vida) hicieron una colecta, y a su muerte, plantaron su busto en plena plaza, como homenaje póstumo a tan legendario padre... de familias... (¡es que fueron bastantes!).

En San Luís todo el mundo tiene al menos una historia sobre duendes, espantos, seretones, aparecidos y demás espectros misteriosos de la noche. Total, que viviendo en plena montaña, cerca del agua y en este antiguo escondite de negros manumisos, desaparecidos, guerrilleros y maridos descarriados, deben coexistir con toda una gama de fantasmas que cargan con sus historias añejas y enmohecidas para espantar al público en general y a uno que otro muchacho que se queda fuera de su casa más tiempo del que debería. Hasta esta servidora, quien no es más que una visitante y además suele ser muy seca para todos estos asuntos sobrenaturales, me tocó más de una vez rezar el padre nuestro al revés, comer caraotas sentada sobre una bacinilla y mentar la madre en todos los idiomas conocidos para quitarme de encima a estos duendecillos tramposos y tremendones que te persiguen por las carreteras cuando vas camino a casa del abuelo.

Además, cada quien nace con una mochilita de cuentos históricos y un rosario de memorias como para llenar un libro, como por ejemplo el cuento del negro Chirinos, que le cortó la cabeza a su amo y armó la primera revuelta en contra de la esclavitud que haya habido en territorio Venezolano, logrando una libertad eterna que lo llevó a ser santo insigne de los brujos y santeros del país, los que aún hoy en día le prenden velas y lo invocan en medio de las noches de luna llena para que entre a sus cuerpos y les devenga el porvenir.(todo aquel que guste ser un artífice del realismo mágico, debe visitar la Sierra de Coro y alojarse al menos un mes en San Luís, que es lo mas cercano a Macondo que existe en la vida real).

Estas características peculiares de San Luís, causan bastantes problemas a sus habitantes, quienes, acostumbrados como están a vivir en sueños, no terminan de poner pies sobre la tierra cuando, ya en plena ciudad, confunden el ruido de los gatos sobre el tejado con los fantasmales seretones que suelen molestarlos en su pueblo natal. Entonces los llaman locos, brujos, y en el menor de los casos, los tratan de mentirosos. Nadie en San Luís tiene la culpa de que en esta montaña un gallo enano pueda alcanzar para el sancocho de una fiesta de tres días, y que su espuela pueda ser usada como butaca para sentarse a contar los cuentos de la tarde en el patio trasero, bajo la sombra de las urupaguas.

De hecho, hasta yo misma he caído en la tentación de decirles mentirosos a los San Luiseños, dejando a mi pobre abuelo mal parado frente a todos cuando se pone a contar esas historias medio entuertas, que le hacen parecer muy raro, pero que nos divierten a todos. Y de hecho, este comienzo de historia, se lo dedicaré a él, a mi abuelo, porque sus cuentos me han llenado de magia y porque San Luís está metido dentro de mí a través de sus genes. Gracias Abuelo por este ramillete de historias, espero poder contarlas como tú mismo lo haces cada tarde, cuando te da por hablar y ser escuchado, porque la verdad, yo creo que tú mismo eres un sueño, un sueño que añora ser contado.

Ahora bien, querido lector, necesitamos varias cosas para ingresar a estos cuentos:

-Una butaca de madera, o en su defecto, de cuero y tachuelas.
-Una taza de café muy grande, lo más cargada posible (mientras más amargo esté, mejor, así te durará para toda la velada), aunque se puede sustituir por una botella de cocuy lo más etílica que sea posible.
-Ganas de oír cuentos y la imaginación entera, ¡no se vale decir que no es cierto! (si no, espantarás a los duendes y se le irá la magia a los relatos que vendrán a continuación).

Texto agregado el 21-02-2006, y leído por 1796 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
13-07-2006 que bien asi es san luis. miguelangelmolinacastro
09-03-2006 5* Para ti...no pudiste recrear mejor el misterio de San Luis, a travès de mi viejo...Te quiero mucho mi bb myly
07-03-2006 apenas leo prosa,porque lo que de verdad me gusta es la poesia,pero tu relato es tan hermoso,que me ha atrapado desde las primeras lineas+++++ crazymouse
27-02-2006 Muy bueno e interesante. Sabes trasladar al lector a ese San Luis tan especial. ¡Felicitaciones! alfildama
26-02-2006 La verdad de las mentiras, es aplicable a San Luis. Lo que es verdad: un relato fluido y entonado... aukisa
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