Ideas de movimiento, de continuidad, sigo por siempre girando sobre este ventilador. Me acuerdo del tiempo perdido, de las historias ganadas con el tiempo perdido, de las historias perdidas por el tiempo. Me acuerdo que ya no me acuerdo de cómo eras, saludo a todos los que me conocieron, especialmente a mí mismo, que ya no me veo de tan lejos que me encuentro.
A veces veo momentos, lapsos enteros de vida, de una vida que me contaron que viví, y que insisto que tengo que recapacitar y entender que todavía la vivo, pero ahora me muevo girando sobre el mismo eje, soy un viejo ventilador oxidado por el aire que entra y sale de mis pulmones, dándome vida para sacármela de a poco, y si lo que no te mata te fortalece, entonces estoy muerto.
En una de las lagunas en que caí, vi una mujer alta, de pelo rubio y de presencia firme, una belleza, la belleza, vi como caminaba por un corredor entre un sillón enfrente al cual había una tele, y el fondo de la casa donde había una cocina, veo fotos por todas partes, fuego prendido en la chimenea, veo borroso ahora, pero sigo estando allá, entonces escucho voces nada más, escucho voces familiares, dos, una es la rubia, la otra es un hombre, y me parece que ese hombre soy yo.
Dentro de lo borroso que se ve todo, distingo en un portarretratos dos caras, abrazadas, sonrientes, perdidas en el borrador de mi memoria.
Se pierde, la imagen se pierde, y no volverá a aparecer.
En este momento veo el cielo, veo el cemento, veo el cielo, veo el cemento impasible, imposible de superar, veo el cielo de vuelta, y de repente veo a otra persona, la tengo que conocer porque me está mimando, me acaricia, hace caras graciosas, habla como si no buscara la seriedad, habla como si no buscara entender más allá del amor incondicional, habla como si nunca me fuera a abandonar, habla como si nunca me hubiera abandonado.
No me quejo, no puedo quejarme, no conozco nada antes de este momento, este momento en el que me encuentro perdido entre giros y giros de un ventilador que oscila solo sobre un eje imaginario formado posiblemente por mi cintura, veo rojo sobre el cemento, veo un auto azul en la calzada con su frente destrozada, quién es el pobre diablo dueño del auto destrozado, eso, no lo llego a distinguir.
Floto, floto en el aire, estoy por encima del piso, pero con ruedas, estoy en un aparato propulsado por la fuerza de mis piernas, condicionado a mí mismo para lograr volar, a mí mismo y a cuatro ruedas, dos más pequeñas. Qué trabajo que requiere coordinación, noto el sudor en mi frente, noto el pánico, noto el miedo, noto el éxtasis de volar.
Esa sensación se repite, pero estoy en otra parte, estoy con la misma rubia de la casa, pero no estoy en la casa, y la rubia es más joven, la casa es otra, estoy en un cuarto, y estoy nervioso y sudo y no puedo entender demasiado y siento de vuelta pánico, miedo y éxtasis, de seguro estoy por volar.
Y ahora estoy volando, dividiendo mi tiempo entre el cielo y el cemento, y la sangre que me parece familiar pero no lo suficiente.
Oigo sonidos perdidos en una marea, risas de mil tipos, alocadas, cómplices, socarronas, plásticas, sinceras, llantos, gritos, conversaciones en voz baja casi imperceptibles, autos y viento y urbanización y campo y lenguas extrañas que no entiendo.
¿Quién soy? Estoy perdido, soy un montón de datos sin coherencia, sin consistencia, y también soy sensaciones, soy caricias, soy rasguños, soy golpes, soy arrugas, soy
Y de repente todo vuelve, y todo lo entiendo, estoy tirado sobre el cemento, de costado, las piernas adquirieron vida propia y están cada una en un sentido diferente, inconexas y anormales, las manos no se mueven, pero los ojos buscan el cielo, y buscando se topan con el sol, y el sol los ilumina, y no quieren cerrarse, entonces todo descansa, y entiendo, que este descanso es el que va a durar más, a pesar de que, al final, éste es sólo un final.
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