¿Que podía hacer, dejarte morir?
Así que baje al lújubre espacio, allá en las mazmorras de tu obstinada soledad y en aquel encierro, sentada frente a lo que una vez pudo ser tu humanidad, tu alma o talvez un corazón, ahora simplemente no le encuentro forma, ni descripción.
La humedad era tan agotadora como tu resignación, los otros tantos hedores eran pasajeros, viejos recuerdos, algunos rancios otros simplemente frescos. Me preguntaba en aquella oscuridad ¿que te habría dañado tanto, que podría ser eso que a nadie más pudiese pasarle?. ¿Que injusticia te ha castigado de tal forma?.
Perdona si prefiero pensar que no lo sé, no quisiera sonar pretencioso, solo piensa que yo de ti guardaré lo bueno y lo que se extraña cuando no estoy contigo.
Deseaba tanto tocarte, deseaba que me sintieras, hacerte saber que pude estar ahí; sabía que al paso del invierno se te congelarían las esperanzas, pero jamás pensé que perdieras la vista.
Creo que en algún momento dije algo oportuno o simplemente lo pensé, eres tan contagiosa cuando te lo propones, me embargaba esa asquerosa sensación de no querer absolutamente nada más que vegetar a tu lado, pero no soy así, creo que nunca lo fui.
Entonces me acorde de ti, deje mi frívola y egocéntrica costumbre de pensar en mi, mi manía aun en circunstancias como la de hoy.
Recordé lo maravillosa que solías ser, irreverente, incorregible, una loca escurridiza, cuantas veces estuve a punto de poseerte, cuantas veces me dijiste adiós.
Recordé lo sensible de tu persona con cada luna llena, a veces hasta podías llorar y tu solías excusarte diciendo que: - a contra luz todo mundo sale al descubierto, todos llevamos una bestia, y esta es la mía-; y hasta ahora lo entiendo.
Tanto y tantas cosas recordé, como la vez que me dijiste te amo, que aunque no fuera honesto aun te lo agradezco, porque salvaste mi vida, me acuerdo de tus tantas mentiras, de tus delirios de princesa, de tus vanas compensaciones a tu falta de amor y moral.
Cuan sabias me suenan tus incongruencias ahora, que bellas suenan ahora que no hay más que este terrible silencio.
También aruño mi mente el ostentoso recuerdo de la noche en que te vi por ultima vez, antes de hoy y todavía esta grabada en mi, tu postura de mujer fatal, cuando solo eras una niña caprichosa, y las palabras en las que prescindías de mi compañía, que de haberlas dicho de esta forma, habrían sido como el viento, he olvidado exactamente lo que dijiste pero nunca la forma, ni el desfigure de tu rostro al notar mi cuerpo sin reacción.
Míranos ahora, tu en tu total encierro, yo cabizbajo procurando seguirte el juego una vez más;
Esto me suena al mal guión de un amor leal e imposible, talvez de un encuentro fatal.
Pero no puedo evitar pensar ¿porque a pesar de que llevaste la piel como escudo, que ante la afilada mirada de sociedad tu mente la cubriste con la suave membrana de locuras y gráciles fantasías, que usaste cálidas sonrisas para cubrir los inviernos, que aunque siempre fuiste tu propio sol, la herida te llegara tan hondo? te encuentras a su merced, eres su juguete, su juguete budú con el que solo consigue hacerte inolvidables fechorías;
Como quisiera que me contaras en que se diferenciaba esa flecha de la mía, que cupido fue el que te envenenara el amor, porque esta herida sangra más que la mía.
¡Si!, si suena estupido sentirse celoso hasta de tu padecer, pero tu me desesperas ¿Que podía hacer yo dejarte morir?
-Esta noche puedo apostar no es para despedidas-, te dignaste a decir, seguramente habrás leído en mi angustia, que esta vez no te escucharía, y lejos de mostrarte mi espalda, me quedaría, ya sea para verte mejor o morir.
-¡Venganza, venganza! sin vergüenza venganza- irónico que lo dijeras, yo quien más te ama, quien toma tu mano en tu lecho, te puedo jurar que no lo saboreo, simplemente me aseguro de ver el fin, o esta vez te quedas conmigo o esta vez te mueres, confieso.
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