Seamos objetivos. Hasta que conocí a Luís, me acosté con todo tío que se pusiera a tiro. O me tiré a todo tío que se pusiera a mi costado, que también puede ser. Con Luís las cosas cambiaron. Me enamoré y ya se sabe que cuando una mujer se enamora deja de acostarse con otros hombres. O casi. Yo dejé de acostarme con todo tío viviente, al menos descarté al 90% de ellos. Y empecé a follar selectivamente. Tú sí, tú no.
Empecé a tener "amantes de fin de semana". Luís no está para mí los fines de semana. Los pasa con su mujer en la casita de la playa, en la del campo, en la de sus suegros o en la de sus padres. Con sus tres hijos. Tipo familia feliz. Salen el viernes por la tarde de la gran ciudad y regresan el domingo por la tarde en una inmensa caravana en la que, imagino, habla con su mujer mientras escucha el partido del Real Madrid por la radio.
Yo paso los fines de semana con mis amantes. Uno de cada dos. Ese en que mi hija, Lili, está con su padre. Mis amantes no saben que son mis amantes. Creen que son mis novios. Creen que les quiero y que cualquier día les empezaré a pedir compromisos diversos:
- Me gustaría pensar que tenemos un futuro juntos
- Me gustaría saber que soy la única mujer con la que te acuestas
- Me gustaría conocer a tus padres
- Me gustaría que me acompañaras a la boda de mi mejor amiga
- Me gustaría ser solo tuya.
Por eso aguantan un par o tres de meses recibiendo una única llamada un viernes cada dos. Porque creen que un día haremos algo diferente a salir a cenar, emborracharnos, follar con condón y dormir cada uno en su casa, con la excusa de que tengo un problema de insomnio y prefiero dormir sola.
Después de ese tiempo, dejo de llamarles. Me aburren. Y me preocupa que algún día se les ocurra llamarme justo cuando estoy con Luís y éste me haga preguntas. Ellos tampoco insisten mucho. Quizás mandan algún mensaje:
- Hola guapa. No me llamas desde hace tres semanas, ¿estás bien?
Y yo contesto:
- Es cierto, perdona. Mucho trabajo. Sí, estoy bien. Un beso.
Sí, ya sé que ellos esperan que les pida rápidamente una cita, pero no lo hago. Y entonces los borro de mi agenda en la tarjeta SIM y espero a que otro "novio" aparezca en mi vida.
No es difícil. Tengo 35 años, estoy buenísima, tengo un trabajo repleto de compañeros estresados, divorciados, separados, aburridos y amargados. Así que basta encontrarme uno de ellos, reírme un poco, interesarme por cómo llevan la separación y dejarles mi tarjeta por si algún día quieren charlar. He olvidado comentar: soy psicóloga clínica en un hospital comarcal.
Llaman y me dicen que sí, que tienen ganas de charlar. Y siempre acabamos en la cama. Con condón.
Con Luís no uso condón. No me parecería decente. A quien amas no le pones barreras. Me da igual si me pasa alguna enfermedad. Sería la enfermedad de mi amor. Pero por si acaso me hago análisis cada tres meses. La mujer de Luís debe ser muy buena, porque nunca me ha pasado nada. Ni yo a él. Claro que a lo mejor la mujer hace como yo, y utiliza condón con todos menos con él. Y puede que Luís utilice condón con todas menos conmigo.
Da igual. A mi amor no le pongo barreras. Aunque le ponga los cuernos. |