Está el mundo y estás tú. Están las caídas y estás tú. Están las alegrías y estás tú. Está el dinero, Están las ilusiones, Están los enemigos y estas tú. Está mi pasado y estás tú. Está mi futuro y sigues estando tú. Está el amor, el desamor y estás tú. Está la distancia y todavía puedes estar tú. Están las confusiones y estás tú. Estamos…nosotros. Esa conexión especial de almas resistente a cualquier adversidad posible, aquella que nutre con alegría especial los días tristes, con cariño los momentos de soledad; esa conexión que me brindas sin actuar ni levantar prejuicios, que no sigue tendencias sino sentimientos; esa conexión que se hace más latente con tu presencia que con la de cualquier otro individuo, esa conexión que llamamos amistad. La loca amistad de solitarios caminos encontrados. Aquella vivaz amistad con colección de lágrimas y sonrisas. Agradezco al destino, a la vida, por habernos encontrado. Te agradezco a ti por permitirme conocerte, por mostrar tu alma con una mirada, por prestarme tu luz interna cuando la oscuridad del desentendimiento me ataca. Gracias por tus palabras, tus ánimos, tus abrazos y tu irreparable sonrisa. Ante todo, amigo mío, gracias por este pedazo de memoria. Te quiero.