Consigo frotar las A en una chispeante evolución de capricornio, encima de los charcos de las lluvias,
sobre el viejo pasto
en la colina.
Enciendo una B larga, en el regazo de la luna en plenilunio... Es de esas cosas este amor que me toca... Digo un hombro,
el lobulo de la oreja,
y un anillo de oro que todos los dias veo en la vidriera, y ni siquiera me animo a pensarlo en alguno de tus dedos, cerca de tus ojos,
arena que otra vez me huele a mar, a inmenso mar
de navidad.
La C hace cosquillas en la caricia de un remolino afiebrado,
y me tomo de un sorbo tibio
toda esa noche de andar rondandonos,
de conocernos de tan cerca
que cada mirada era
una rima de rocio
en medio del sol.
Estrujo la C, y sale el sonido lento de las gotas que el corazon reniega por estar juntos y no poder hacerlo,
por demasiadas vueltas que la enredadera
da en el muro
agarrandose con las uñas, las pequeñas uñas
que tiene luego de morder
su coraza y liberarse.
Intento una CH que da sus brillos de leche antigua sobre el tapiz desnudo de un universo nuevo,
y entonces
respiro con la velocidad de un guion que trastabilla
entre renglones de tinta lívida,
y descubro que cada cosa que te decia
era la fragancia imposible de esa palabra.
Rompo una D,
hasta deshilacharla en cientos de direcciones,
como hebras de ternura,
alrededor
de la melancolia que te invade
cuando a cierta hora de la tarde,
sacas por los poros
tanto recuerdo.
Es de esas cosas este amor que me toca...
Aliento a una E a irse por el torrente sanguineo que me muestra
un amanecer
de esos que tuvimos escasamente
porque el techo tenia una sonrisa
que echaba a perder
las maravillas intrusas del invierno.
Amamanto a una F mientras le muestro el ombligo
que no es otra cosa que una mueca sagrada,
una provincia de carton corrugado
que se seca bajo los tilos
de esas tazas humeantes
que se amparan
bajo la tutela de tu piel.
Entrampo a una G en un bosque orientado hacia la saliva ignea de un beso que se esparce de tu boca hacia los bordes,
y se incendian los crepusculos de las yemas de tu inocencia que aun emprende recato hacia la toalla que tapa tu desnudez
en el tibio espejo
de mi amor.
Intento que una H no se sumerja en la oscura prisa de un pañuelo que se enrrosca alrededor del poema que pretendo te guste aunque no lo entiendas,
aunque no te gusten las enormes palabras
que se arrastran sobre la superficie blanca
de un papel inocente.
Modifico la I latina, la que se inunda
de pequeñas prisas en la avenida vacia,
sobre el frio metalico de las cosas,
de las cosas que apenas se dan cuenta, y lloran
lagrimas que nadie ve, que nadie intenta ver por entre el sentido logico de los horarios,
por entre la niebla acustica del sollozo.
Continuará...
A Paloma |