Es absurdo continuar con esta situación, es ridículo, es peligroso. Ya no puedo aceptar sus regalos, sus notas. Además me sigue, me sigue a todas partes, me vigila. Tendré que ponerle fin definitivo, seré directa. Hoy, ahora mismo. Me voy a parar de la silla, saldré de la oficina sin dar explicaciones, caminaré hasta la de él y una vez allí le diré firmemente:



-Le agradezco que se detenga, no me envié más regalos, no me siga más o me veré obligada a denunciarlo.



-¿Denunciarme por amarla? – preguntará ofreciéndome una amplia sonrisa.



-Por loco- le contestaré sin mirarlo a los ojos.



-Recuerdo el día en que la conocí, fue el tres de julio, usted me llamó por teléfono para pedir un presupuesto, supe desde el primer segundo que era mi alma gemela. También supe que no me creería de inmediato, por eso desarrollé una etapa de cortejo, averigüé su dirección, sus teléfonos, sus costumbres, sus gustos, la he cuidado, le envío regalos y cartas, la idolatro. Seguro muy pronto reconocerá en alguno de mis detalles al verdadero amor.



Mi cuerpo temblará, estaré aterrada al desafiar a este hombre, enfermo, obsesivo, peligroso y a la vez hermoso, atractivo. Dudaré, como he dudado desde el principio. Mi dualidad se peleará, una aconsejándome que corra, que salga de allí y otra que me grita que sonría que me deje llevar, que experimente una aventura, que me atreva.



-Le repito que me olvide –diré sin convicción.



Al salir de su oficina un hilo de sudor recorrerá mi espalda y mi corazón agitado estará esperando a que ese hombre extraño que tanto miedo me inspira se levante y arrebatado por un impulso incontrolable me detenga a la fuerza y me bese.



-Usted me confunde -le diré y saldré corriendo. Quizás unas lágrimas se deslicen por mi rostro.



Hoy sí lo haré, hoy si pondré fin a esta locura, no tendré miedo. Aunque parece que va a llover. Mejor mañana, sí, iré mañana y lo enfrentaré, porque estoy convencida de su locura, porque sé que me ha seguido, porque sé que es él quien envía los regalos, porque tal vez sea mi alma gemela, porque quizás hemos estado esperando toda la vida por este encuentro.



Maribel Dos Santos