La selva amada de la que hablas,
sin sentido por las almas,
vacía estaría sin ellas,
la selva querida en la que morirás,
América, África,
que mas da.
Del pobre al que la vida se le va,
sabiendo lo que sobra en otro lugar,
tu vida por delante va,
ante la pistola del mandamás,
ante el Romano,
que sentadito esta,
de encíclica en encíclica,
dictaminando va.
Por donde tus sandalias han de caminar.
mi espíritu a tu selva va,
de noche en noche,
luna llena,
sol a sol.
Dios te lleve,
a morir con las “sandalias” puestas,
y tus huellas baldías no quedaran,
rezaremos juntos.
A Pedro CASALDALIGA.
©Chemit@65. 16-02-06.
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