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La Semana más larga de su vida.


En medio de un mundo en donde todo parece escrito, un mundo en donde todo parece tener medidas y cifras exactas, un mundo en donde todo es científicamente comprobable, en medio de este mundo estaba él; tratando de buscarle una medida, una explicación, o por lo menos una teoría que le permitiera descifrar lo que estaba pasando.


Él trataba de entender por qué cuando ella le dijo aquella famosa frase de “Démonos un tiempo” al él le pareció que los minutos no pasaban, que las horas no corrían… nooo, a él que no le vinieran con el cuento de que esos días también tenían 24 horas y mucho menos que esa semana tenía 7 días… nooo, eso si que no.


Por supuesto como el tiempo parecía tomarse un respiro entre segundo y segundo, a él le quedaba mucho más tiempo para pensar, sí, para pensar por qué todo lo que parecía una relación estable unida por lazos alimentados de sentimientos tan profundos, parecía acabarse sin explicaciones, sin medidas, sin nada científicamente comprobable.


En medio de cascadas de pensamientos que atormentaban su cabeza y que a veces parecían ser pantanos por sus raros y escépticos contenidos, él, trataba de organizar sus ideas: por un lado no estaba seguro de que aquel amor que lo había unido a ella por cientos de días siguiera intacto, digo cientos de días porque las cosas realmente importantes se viven día a día, no sabía si él tenía razón en lo que pensaba y en lo que
hacía, no sabía si estaba dejando pasar la oportunidad de ser feliz, y por supuesto aunque confiaba plenamente en la sinceridad de ella, la idea de que para ella existiera otra persona le rondaba cada neurona de su cabeza.


Así pasaron un par de días, que obviamente para él parecieron siglos, hasta que finalmente se le vino por fin un pensamiento claro a la cabeza, sólo habían 3 opciones, sí, solo 3 cosas podían pasar y él tenía que estar preparado para aceptar cualquiera de ellas.


La primera era que aquella teoría de que todo lo que comienza también termina fuese cierta, que en verdad aquel amor que un día nació y que gozaron durante cada segundo que estuvieron juntos hubiese llegado a su fin.
No sabía si por la rutina, porque era lo mejor para los dos, por errores de ambas partes o simplemente por estupideces suyas, solo sabía que esa era la primera.


La segunda, aunque para el mundo parecía la más tenaz, para él era mucho más fácil de asimilar que la primera y era el hecho de que para ella existiera otra persona, alguien que le hubiese robado el amor de su adorada princesa, sí, era un poco más fácil de asimilar pero igual frustrante porque él, aunque en sus relaciones anteriores no hubiese sido una perita en dulce como dicen por ahí, estaba seguro de no haber faltado a la promesa que él mismo se había hecho un día y era que con ella, con ella no la iba a embarrar, ya saben a que se refería.


Solo quedaba una, era la tercera, era a la que él le echaba más cabeza, era aquella que iba a demostrar que el amor es más fuerte, como dice la canción de los enanitos verdes, era la que iba a demostrar que el verdadero amor es capaz de sobrevivir a la falta de tiempo, a las distancias, a la carencia de sexo, a los errores de ella y a las estupideces de él.
Sí, era la única opción que quedaba, él no creía mucho en esa cosa que llamaban destino pero era conciente que para ésta opción se tenían que mezclar varias cosas, un poco de tiempo, otro poco de reflexión, un tanto de recuerdos y por que no, una pizca de eso que llaman destino.


Entonces solo quedaba una cosa por hacer… esperar, sí, darle tiempo al tiempo aunque éste no pareciera hacer el menor esfuerzo por correr, él solo podía aprovecharlo para reflexionar, para pensar y si era el caso para recapacitar, claro, ojalá que ella estuviese haciendo lo mismo.


Aquella semana, la semana más larga de su vida, tendría que terminar y entonces sabría si la vida les daba una nueva oportunidad o si definitivamente era lo mejor para los dos haberse alejado.


Ahora no sabía lo que iba a pasar, pero sí, lo que había pasado pues en ese momento se dio cuenta de que después de muchos, pero muchos años había vuelto a llorar con el corazón.


Fabiany Jaime M.


Texto agregado el 25-11-2003, y leído por 434 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
05-05-2006 como dices al fin, escrito con el corazon... siteevistonomeacuerdo
09-06-2004 Pechiocho fabian, muy pero k muy sentido awamarina
26-01-2004 Muy dulce! octubreoctubre
 
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