Su más largo viaje.

Tras planificarlo durante años y pertrechado con la adecuada impedimenta, inició su más largo y peligroso viaje. Se dirigió al centro de su memoria.
Rápidamente rozó las aristas de las más recientes traiciones, abandonos y decepciones que le esculpieron en el rostro aquellas cicatrices talladas a punta de acero. Se bañó en los lagos de sueños nonatos, de abandonadas aspiraciones, de ideales abatidos antes de iniciar su vuelo. Halló remansos de paz donde moraban amores sinceros, amistades tranquilas, cálidas brisas de afectos verdaderos. Paisajes de infancia y espuma de olas en las playas lejanas de su niñez donde ahora moran otros. Susurros de nanas. Historias inverosímiles. Besos de amantes. Risas abiertas. Asombros primarios…
Circundó el abismo del inconsciente donde presentía criaturas emergentes, quimeras y trasgos, formas difusas que algún día se encarnarían en realidades. Terrores aún no manifestados, abortos de proyectos, futuros fantásticos y pasados dudosos.
Se internó en la caverna de las ausencias y en la ciega cicatriz del dolor. Y perdonó y se perdonó. Hasta agotarse. Hasta vomitar los rencores amamantados durante lustros.
Al fin llegó al eje y allí encontró su verdad. No podía estar en otro lugar de más difícil acceso. Se alegró e inició el ascenso en paz.