Vivencia de la primera célula que habitó en la Tierra
De un segundo a otro, una célula,
la primera,
abre los ojos,
se sacude,
despierta,
no recuerda
cuándo ni cómo
se quedó dormida,
ni supo de
un Dios,
un Big Bang
o punto de partida.
Previamente pudo haber un mundo,
Postal de Village, Hellokitty, Cariñositos,
Feliz navidad y próspero año nuevo.
O tal vez nada,
Una eterna blancura manchada con una barata,
O un pintor,
Un lienzo,
Óleos,
Pinceles,
Sin inspiración.
Cómo podría confirmar la célula
La existencia de un paraíso sin huellas
O las huellas de una existencia sin paraíso.
Flotaba la célula en el vacío,
Suspendida en el tiempo,
Sin destino,
Como una ampolleta encendida sola en el medio del universo.
A donde miraba,
Penumbra,
Martirio,
La desesperación de no saber el
Qué,
El cuándo,
El cómo,
El quién,
El para qué
De ser célula.
Un mareo la nubla, tiembla y se aturde hasta el incierto.
Recuperándose,
Como alimentándose de las energías propias y de todas las células del porvenir,
Abrió los ojos,
Se mantuvo firme,
Y valió el esfuerzo de su pequeña gran batalla,
Pues a lo lejos,
Como luces de un automóvil que se acerca por la carretera en plena noche,
Se maravilló con el rotar de nueve planetas,
Cada cual girando sin prójimo,
O más bien cada prójimo girando sin cual,
Suscribiendo sus propias promesas,
Había uno habitado
Por seres que vivían en cavernas,
Luciendo mazos y harapos,
Pedro Picapiedra,
Pero más feos y sin subtítulos.
Quién fuera tu trovador, Silvio,
Para describir el sortilegio tras el roce de piedras
Que anaranjó sus pieles con el primer fuego,
Al menos ese fuego de llamas que queman.
Y en un segundo a la célula
Le pasó una ráfaga de años por los ojos,
Sinopsis editada de lo que fue y que quedó.
Vio el invento de una rueda
Que al mismo tiempo inventó un antaño y un después,
Después en que también gente bajo suyo se quebró en su atropello.
Supo de un tal Jesús,
Cuya masacre y crucifixión no comprendió,
Hijo de un Dios o no,
Fue un hombre fiel a una sola luz,
tragó saliva la célula al ver a hombres y mujeres
cargando coronas de espinas y clavos invisibles,
preguntándose, Por qué se posterga el descanso.
Voló encima de castillos feudales,
Y entregó un paño húmedo a sus hombres semidesnudos pegados a su tierra.
También cayó de rodillas
Ante el estruendo de mil campanas que, a destiempo,
Le anunciaron una Iglesia que asesinó
A quienes imaginaron un mundo distinto,
El hábito,
El púlpito,
Los brazos en alto,
Olvidaron que errar es humano por no tolerar
a quien afirma, de pie, que el mar es calipso.
Humana es también la hostia
Que masticas tus culpas al llevártela a los labios.
Lloró la célula por las cabezas pálidas,
El polvo colándose por sus ojos abiertos para siempre,
Cabezas sin cuerpo amontonadas por el suelo,
Arrancadas de sus sueños al filo de una guillotina redonda,
No la guillotina, la causa.
Galileo, por un barrio de calles sin pavimentar,
Hoy un niño de rodillas peladas afirma que su pelota es como la Tierra,
Otra vez redonda.
Mientras una nueva indulgencia era transada al pie de una capilla
Y la célula,
Entre tanto que iba ocurriendo,
Apenas retenía en los oscuros recovecos de su memoria,
Alumbrados por ampolletas distanciadas a lo largo del techo,
Algunos pocos recuerdos.
Contempló por horas a una mujer de sonrisa irrepetible,
Renacimiento de almas buscando enfocarse,
Vio:
Reinos,
Virreinos,
Condados,
Países,
Imperios,
Constituciones,
Le suspendió el parpadeo
El horror desfigurando los rostros
De quienes nunca aprendieron a sentir miedo,
La muerte encañonando al jubileo,
Las nubes liberando en una tarde de otoño
La lluvia ajena para poder llorar sin pronóstico.
Y en el llanto de niños que,
Sin futuro a tan corta edad,
Vagabundeaban la felicidad tras las ventanas de coches detenidos,
Enseñando unos ojos en cuyo fondo juegan otros niños sus fantasías,
Se acurrucó la célula,
Abrazándose a sí misma,
Soñando con alcanzar el rayo de luna que cruza diagonal por el cielo.
Allá,
En lo alto del precipicio,
Donde su menguante no prolonga el último suspiro de los héroes caídos
Y que por caer fueron leyenda.
No se reía, no había juerga ni anécdota,
Te recuerdo Amanda, Manuel no volvió de la sierra,
Y un tal Fito Páez, solo al lado del camino.
Ahora la célula un escalofrío,
Minuto de silencio
Por los peces muertos flotando en el mar,
Por las hormigas que se conforman con tus migajas,
Por el perro moviéndole la cola a su amo pederasta,
Por el reloj que le toma el tiempo a otro reloj,
Descarrilado e inepto,
Como el sol que sigue amaneciendo a seres sin comienzo,
No importa hacia donde vamos sino de donde venimos,
Ismael, allí tantas cosas se quedaron,
Ventanas grandes y enormes, tampoco miro por ellas,
Caminante, Serrat, no hubo camino,
Y en el suyo la célula consoló a tanta tristeza
Que jamás se plasmó en tus versos,
La gente a quienes entristeció nunca observó
El detalle,
La muestra,
El instante,
El grano de arena,
De verla y pensar que por ella caes de rodillas, ése es tu poema,
Por ella
El desvelo,
La completitud,
La siesta,
Un corazón tallado en un árbol, junto a un río sin
Torrente,
Fuerza,
Cardúmen,
Tiempo.
El roce de mejilla que tiemblas, provocando una tormenta,
El efecto mariposa,
Por ella te duermes por el gusto de desaparecer,
Por ella luchas por dos,
Y por tres, por cuatro, por cinco, por todos.
Pero hoy mantienes a tus musas con dinero,
Y eres artista mientras te acuestas con ellas.
Y qué si Eva comió del fruto prohibido,
Si con ella cumples y con la otra te excitas.
Casi sin aliento la célula
Se compadeció del trabajador, de su rutina,
Y por cada uno que salía de casa,
Encontraba hojas secas y tarareaba una canción sin melodía.
Supo
Que cada estrella era un ideal sin cumplir,
Otro alguien que no se atrevió a romper su crisálida.
El infierno le tiñó los ojos,
Un Hiroshima, un Nagazaki, dos once de septiembre,
Le latió en el corazón el vuelo frustrado de pájaros humanos
Desgarrando sus gargantas en unas torres gemelas ardientes.
También la célula perdió el equilibrio con
La sed de venganza,
Que a falta de agua, sangre, que no es lo mismo, pero es igual.
Polvo de metralleta en el desierto,
Viejos sin dientes ni culpas abatidos en Bagdad,
Ocultos en callejones tras los tachos de la basura,
Mujeres aferrándose a sus hijos,
Sus hijos aferrándose a la obviedad
De una respuesta sin pregunta que estalla en sus calles.
La tierra una gran zona cero que
Gira
y
gira
y
gira
por la inercia de continuar.
Y los nueve planetas,
Aún rumbo su cada cual,
Y la célula abre los ojos
Súbitamente,
Se sacude,
Mira en todas direcciones,
Arriba,
Abajo,
Derecha,
Izquierda,
No sabe que hacia la derecha es la derecha
Ni que para la izquierda es la izquierda.
Intenta huir,
Pero todo es negro,
Negro más profundo que el negro,
La rodea incólume la misma penumbra,
La intacta noche sin comienzo ni medio ni fin
En la cual,
De un instante a otro,
Existió.
Y comprendió.
Era un sueño.
Sólo un sueño.
Una pesadilla.
Se quita el sudor de la frente,
Respira hondo, hasta casi reventar sus pulmones,
Y rompe en llanto ante la revelación de su destino.
Nadie se lo dijo,
pero lo sabe en un lugar en que nadie puede contárselo,
llora con amargura,
en posición fetal,
y sigue llorando,
jadea antes lo inevitable,
enloquece porque todo el futuro será por ella,
el desastre,
la miseria,
la moneda tintineando en una taza,
la humedad carcelaria impregnada en tu nariz,
el ladrón recuperando su parte en mano ajena,
todo,
todo,
todo,
por ella,
la célula se agarra la cabeza, grita,
el eco abriendo y cerrando sus alas a través de la nada
perpetua su incapacidad de que el mundo
no siga siendo más que una sola célula,
para ayer, hoy y mañana,
un mundo de un segundo que se transcurra eterno.
Por qué, por qué, se pregunta, enferma,
Arcadas,
Tos,
Ahogo,
Sed,
Perdida la cordura entre los laberintos de su conciencia,
Ahora ya totalmente a oscuras,
Las ampolletas del techo,
Explotadas.
No quiso aparecer,
No quiere continuar.
Y en el clímax de este horror,
Que tampoco se explica en la palabra Horror,
De pronto, a su lado, otra célula,
No estuvo atenta,
No supo si surgió de ella
O si arribó de otros parajes, ya entera,
Y otra célula,
Otra,
Otra,
Otra,
Y otra más,
Cada cual heredando la angustia de la anterior.
Quién sabe.
Si la primera algún día de estos
Se da cuenta de que realmente era un sueño,
Y que sigue soñando,
Podremos ser un poco mejor.
Despierta.
JOO
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